El arte de una programación incompetente

Si el director de la Mostra hiciera bien su trabajo no habría que seleccionar a ciegas entre varias posibilidades irreconciliables. De las películas «imprescindibles» de hoy un altísimo porcentaje han resultado justo lo contrario

AFP

E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

La película más interesante de la jornada era la que presentaba Martin Scorsese , «A letter to Elia», un documental en el que el director le rinde homenaje a Elia Kazan.

Como es propio de este Festival desde que lo dirige Marco Müller, esta ... película, la más interesante, estaba mal programada de tal modo que resultara especialmente complicado verla, pues coincidía en hora con una de competición, que, naturalmente, no tenía el menor interés. Si Marco Müller hiciera bien su trabajo, no le pondría impedimentos a la visión de las películas más interesantes de su programación, y no se le apelotonarían hasta media docena de «impresicindibles» en una mañana, tal y como ocurría este sábado.

En competición, había que ver la rusa «Silent Souls», la italiana «La passione» y la francesa «Potiche», pero uno no podía dejar de ver al tiempo el documental de Martin Scorsese ni, ya puestos, la película de John Turturro , «Passione» (dos pasiones a la misma hora), también un canto de amor a Nápoles, o la muy atractiva «The childs' eye 3D», de los chinos Oxide y Danny Pang . Para hacer posible lo imposible, o sea, ver el programa preparado por el incompetente Müller (la selección ha de hacerla él, y no pasársela en crudo a sus invitados), se precisaba algo más que un talento especial para la resolución de sudokus.

En cualquier caso, de las películas «imprescindibles» del día hubo un altísimo porcentaje que resultaban justo lo contrario: por ejemplo, la rusa «Silent Souls», de Aleksei Fedorchenko , que venía envuelta en nada, salvo una poesía confusa y una historia sobre las viejas costumbres del pueblo Merja (o algo así) en una región de la Rusia central.

Más «imprescindibles»

Por ejemplo, la francesa «Potiche», de Francois Ozon , de una evanescencia que mareaba y con una historia en tono de comedia (al estilo de «Ocho mujeres», cuya mayor gracia llegaba con la palabra «fin») sobre una mujer, Catherine Deneuve, su familia y el enlace sindical, o algo así, de la empresa que poseen, que es, claro está, Gerard Depardieu. La película de Ozon hacía buena a otra francesa, «Happy Few», de Antony Cordier , que se proyectó en competición hace un par de días y de la que no se habló aquí por no cansar al lector... Era una historia sobre intercambio de parejas cuya relación progresaba tanto en dos horas como el trenecillo a Puigcerdá...

Muchísimo más interesante, graciosa y entrañable era la italiana «La passione», de Carlo Mazzacurati , con una impresionante interpretación de Silvio Orlando, un director de cine de recuelo que ha de montar una de esas pasiones vivientes de Viernes Santo en un pueblo paduano, y el resultado es visceralmente humano y berlanguianamente gracioso.

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