Los tiburones son (también) para el verano: 'Dangerous Animals', aperitivo para la reposición de 'Tiburón'

No hay semana que no se estrene una película en la que tiburones de todo tamaño y condición se dediquen a zamparse bañistas

1918: el verano en que los tiburones acecharon las playas españolas

Fotograma de 'Dangerous Animals'

No hay modo de confundir una bicicleta con un tiburón, pero ambos hacen buena rima con verano. De bicicletas no es raro tener empacho visual en las ciudades durante todos los meses del año; de los tiburones, gracias a Dios, no se suele tener ... noticia alguna durante los meses con 'erre'; es decir, que ocurre un poco lo contrario que con el mejor marisco. Pero llega el verano y el tiburón aparece en nuestra vida con extraña fijación, al menos cinematográficamente. Es volcarse la gente hacia el mar, amontonarse en playas, barcas, pedalinas, tablas y colchonetas y empieza a sonar la música amenazante de John Williams, la de la película de Spielberg.

No hay semana que no se estrene una película en la que tiburones de todo tamaño y condición se dediquen a zamparse bañistas, y diversos canales de televisión han dedicado buena parte de su programación cinematográfica a las inclinaciones gastronómicas de escualos y otros bichos marinos. A ver, incluso, tardes enteras de encadenar títulos de este subgénero, los mejores y brutales y también los peores y aún más brutales. ¿Con qué cuerpo se mete uno al día siguiente al agua un poco más allá de la zona de los patitos hinchables y los pises?

La semana próxima se estrena 'Tiburón blanco: la bestia del mar', y la siguiente, se reestrena 'Tiburón', la auténtica, el 'Ciudadano Kane' del bicherío marino. Y este mismo viernes, 'Dangerous Animals', en la que los tiburones son una grandísima amenaza pero no son los más 'malos' de la historia. Como es más entretenida de lo habitual y como se preocupa de que el espectador bracee por la trama con la energía de una nadadora australiana, pues merece un comentario.

Es, precisamente, película australiana, y la ha dirigido Sean Byrne, muy entregado al cine de terror. En esta, a ese miedo veraniego y vacacional que provocan los tiburones, le añade el de un tipo siniestro, un tarado, uno de esos asesinos en serie que se divierte atrapando personas, preferentemente mujeres, y echándoselas a los tiburones casi como el 'pitas, pitas' de las blancas ancianas a las palomas. Ya se sabe que hay gente 'pató', pero esta modalidad de psicópata chef de tiburones es muy innovadora.

Fotograma de 'Tiburón', de Steven Spielberg ABC

El director no tarda más de unos minutos en entrar en harina, y la película, aunque se toma algunas secuencias posteriores de presentación de los (pobres) protagonistas, se sube enseguida a ese lugar en el que el público que es de disfrutar con el cable eléctrico pelado, se agarra a él con las dos manos. El villano que interpreta Jai Courtney es, naturalmente, un indeseable y tiene menos escrúpulos que el colmillo de una hiena, y la joven víctima, una surfista que interpreta la atractiva Hassie Harrison, de fuerte personalidad y con más bordes que la Torre Eiffel, le da alas al guionista para que exprima con generosidad los momentos espeluznantes.

Aunque es película 'de carril', de lo que antes se llamaba serie B y no presume de grandes pretensiones, y aunque abusa un poco de los giros y molinetes de guion, procura espanto, pánico y diversión, especialmente si no eres de levantar el meñique al tomar el té. Además, en la playa al día siguiente, te preocupará más la cantidad de tipos raros semidesnudos a tu alrededor que si hay o no aletas triangulares cerca.

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