Carla Simón: «Un psicólogo es más barato, pero el cine me ayudó a entender la vida»
La directora estrena 'Romería', su tercera película tras 'Verano, 1993' y 'Alcarràs', en la que culmina el viaje por la memoria de sus padres y su juventud
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Iniciar sesiónCarla Simón (Barcelona, 1986) llegó al cine español como un suave torbellino, una revolución calmada que estableció una forma de hacer y de contar que, desde hace una década, muchos otros han seguido. Este viernes, con el estreno de 'Romería', cierra su «trilogía familiar», ... esa que empezó con la visita a su infancia de 'Verano, 1993', continuó con la masía ilerdense de 'Alcarràs' y clausura ahora con el viaje más profundo y emocional hasta la memoria de sus padres biológicos, a los que recoge en una juventud desbordada por las drogas y asfixiada por la presión social de aquellos años 80 en los que cada uno buscaba su libertad.
La 'Romería' de Carla Simón no es festiva pero sí luminosa, pese a todo. Recoge a Marina, una joven de 18 años que viaja a Vigo a buscar el rastro de sus padres biológicos, a los que la heroína, la enfermedad y la vergüenza social de los abuelos les habían sustraído su historia. Y los encuentra esta Marina, que es Carla, a través de los diarios que su madre fue escribiendo entre la alegría de una nueva vida y los silencios de la noche más oscura.
-Una persona tímida, como es en apariencia usted, ha contado su íntima historia familiar, su pasado... ¿Qué es más difícil, buscar hacer una película sobre ese pasado o luego tener que hablarlo en público en cada presentación, en cada entrevista?
-Creo que también lo vas naturalizando como parte de tu trabajo. Porque después de hacer la primera película, pensaba como que quién me iba a hacer entrevistas, ¿no? Pero luego ya te das cuenta de que una parte de hacer una película también es promocionarla y hablar de ella. A partir de ahí, te vas relajando un poco, también con esa idea de que nunca te van a preguntar nada que no sepas. No tengo, en general, demasiado pudor en hablar de mi vida, como demuestran mis películas (risas)... y nunca termino hablando de lo que es realmente personal, sino de unos hechos que me pasaron de pequeña y que han tenido una repercusión en el tipo de historias que quiero contar. Son historias que han tomado esa dimensión más universal, más ficticia, y que han hecho que empiece hablando de un contexto concreto para terminar hablando de otras cosas.
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-En alguna de las presentaciones de 'Romería' dijo que en este rodaje «había querido jugar». ¿Cómo fue el hecho de dejarse llevar con el material que tenía entre manos?
-El juego entra como consecuencia del no poder reconstruir el relato de la vida de mis padres a través de esa familia. Es como que si no lo puedo reconstruir, entonces voy a jugar a inventármelo. Y viene un poco de ese deseo mío de crear, de resucitar a los muertos de alguna manera, y de recrear esas imágenes que me faltaban.
-En ese «resucitar a los muertos», que tiene gran fuerza hablando de un tema como la muerte de sus padres, ¿qué fue más impactante, el hecho de «resucitarlos» durante la escritura del guion en el silencio de casa o de verlos encarnados en los actores en mitad del ruido que hay en un rodaje?
-Cuando estás rodando, tienes la sensación de estar sobreviviendo para terminar de sacar lo que necesitas ese día. Hay algunos momentos en los que sí que dentro del rodaje tengo esa capacidad como de salirme, de decir 'qué fuerte lo que estamos filmando'. Claro, es algo que me toca emocionalmente mucho, pero luego también hay una cosa de que estoy haciendo mi curro, y mi trabajo es que esto funcione. Ahí, a nivel emocional, te desapegas un poquito. Hay momentos que te permiten sentirlo y otros que no. Un rodaje es mucho ruido, y tú tienes que aislar todo ese ruido para que lo que estás viendo en los actores sea realmente lo que estás buscando. Esa cosa más de conexión personal siempre me viene en el montaje, donde hay momentos en que sí que siento que me emociono de una manera parecida a la que me emocionaba cuando lo escribí o cuando lo imaginaba en mi cabeza. Ahí es cuando siento que el montaje está ya cerca de acabar.
-No sé si hay una disociación de la Carla Simón persona que le pide a la Carla Simón directora que se emocione de esa manera también en el rodaje...
-Cuando ruedas, lo has convertido tanto en ficción a través del guion, que ya llega un momento que estoy viendo a los actores intentando filmar esa ficción. Lo que sí que me pasa es que tengo pequeñas obsesiones, como de que algo tiene que ser de una manera muy concreta, o que un actor tiene que hacer algo muy específico porque ocurrió así... Incluso que un objeto tiene que estar en un determinado lugar. Y a veces en rodaje esto no está fluyendo de la manera que yo creía que tenía que ser y sí que tengo que hacer el ejercicio de, 'oye, esto me está pasando porque tiene que ver con mi vida'. Mi aprendizaje a través de las tres películas ha sido justamente aprender a mirar lo que pasa delante de la cámara y poder un poco tirar a la basura lo que está escrito. Tú llegas con una idea de unas imágenes o unos diálogos que quieres buscar, y a veces no funcionan. Y cuando no funcionan es cuando tienes que adaptarte a mirar lo que está sucediendo de verdad. Y esto, cuando trabajas con actores no profesionales, pasa muchísimo, y esa capacidad de adaptarte y de capturar también lo que está vivo, es importante. Muchas veces, cuando intentas que pase aquello que tú imaginas, estás matando otras cosas que estarían mucho más vivas. Siento que en cada peli voy mejorando un poco, pero que es algo que no se aprende del todo nunca. Tengo siempre esta lucha interior entre el control y lo que me gusta que pasen las cosas frente a la cámara por casualidad. Y esta lucha conmigo misma es muy salvaje.
«Es más barato ir al psicólogo que hacer una película, pero a mí el cine me ha ayudado a entender la vida»
Carla Simón
-Sus películas miran al pasado pero no son nostálgicas, no al menos en el sentido de añorar un pasado recreado... ¿Es por esa «autoimposición» de mirar a lo que pasa frente a la cámara?
-Uff, la nostalgia. Lo que para una persona es nostálgico, para otra persona puede no serlo. Yo, en general, prefiero que no lo sea. Yo quiero que lo que filmo esté vivo en el momento y no esté hecho desde el recuerdo, y esto es algo que con 'Verano, 1993', por ejemplo, reflexioné mucho, porque yo quería contar la historia desde el presente de esta niña, no desde yo recordándolo. Eso hubiese sido otro tipo de imagen, otro tipo incluso de actuación. Y como a mí me gusta que las cosas estén vivas, pues me gusta más el presente. Y ahí creo que es donde la nostalgia se queda un poco atrás. Por eso defiendo que mis películas no son nostálgicas.
-Y pese a los temas tan duros, la heroína, el sida... Su cine no se recrea en el drama...
-Creo que hay algo de intentar aportar un poco de luz en la historia que estás contando, pero eso ya tiene que ver con mi manera de ver la vida. Sí, son historias a lo mejor muy dramáticas pero que me gusta abordarlas con un poquito de positividad.
-¿Qué le ha emocionado más en esta aventura de 'Romería'?
-Disfruté muchísimo rodando la escena del abuelo dando dinero a los niños; me lo pasé muy bien por lo que iba pasando enfrente de la cámara con los niños. Luego hay una escena cuyo rodaje voy a recordar siempre, y es la coreografía del 'Bailaré sobre tu tumba'. Me encanta filmar las fiestas de pueblo y el momento en que bailan en la fiesta fue muy bonito. Y luego, también por curioso, por raro, porque implicaba también efectos especiales, el encuentro de Marina [su 'alter ego' en pantalla] con sus padres en ese tiempo, en ese año... ese día de rodaje fue muy especial.
-Sin caer en la nostalgia, y por no mirar solo a su infancia: ¿Cómo ha vivido el torbellino de los últimos ocho años, desde el estreno de 'Verano, 1993' hasta los éxitos de Berlinale, Cannes, premios Goya...?
-Tengo esa sensación de estar cerrando un ciclo con esas tres películas que hablan de mis familias, y creo, no del todo casualmente, o sí, o no sé, que hay algo mágico con el nacimiento de mi segunda hija [un bebé todavía, a la que minutos antes de la entrevista daba de comer]. Empecé a escribir 'Verano' dos años antes de rodarla, entonces tengo la sensación de que es una década en la que han nacido estas tres películas y mis dos hijos. Tiene algo que ver con un reparar, con una búsqueda en esa memoria familiar que me faltaba, en esas cosas de mi familia que necesitaba entender y, también, ponerlas en valor. Al final siento que por la falta de imágenes y de recuerdos de la historia de amor de mis padres me ha faltado mucha de la historia de mi familia. Creo que las películas también son un ejercicio de recuperar esa memoria, y también incluso de dejarla: siento que ahora ya se ha acabado el momento de mirar atrás y me apetece conocer mundos que no conocería si no hiciera una película sobre ello. También por el hecho de haberme dado mi propia familia. Y me siento muy afortunada de que las pelis hayan ido bien y de sentir que voy a poder, de momento, seguir haciendo cine, que es lo que me gusta.
«Cuando intentas que pase aquello que tú imaginas, estás matando otras cosas que están mucho más vivas»
Carla Simón
-Ese «de momento...». ¿No me puedo creer que, con todo lo logrado, no se sienta asentada o con seguridad en la industria española?
-Siento que ahora voy a poder seguir haciendo cine, pero también sé que todo es muy frágil. Yo soy muy consciente de lo relativo que es todo. Un día te va super bien y luego haces una peli que no va tan bien y, de repente, todo se complica. He tenido mucha suerte, pero siempre mantengo este pensamiento de que hay que celebrarlo y aprovecharlo porque nunca sabes si esto va a seguir así. No sé, me cuesta... [Duda varios segundos] Hay gente buenísima y con películas buenísimas que no van al Festival de Cannes, ¿sabes qué quiero decir? Todo es muy relativo.
-Siempre se hace esa pregunta de si el arte sirve para cambiar la sociedad, pero, en este caso, ¿el arte le ha cambiado la vida a Carla Simón?
-Siempre pienso que es más barato ir al psicólogo que hacer una película, pero en cualquier caso, a mí me ha ayudado a entender la vida. También, a compartir. Al final el cine no deja de ser un acto de comunicación hacia el otro. Hay películas que me han hecho entender cosas y que me han hecho crecer, y tener gracias al cine esos pequeños descubrimientos, esos pequeños momentos de conexión con uno mismo, me parece muy emocionante. Por eso, para mí ver que mis películas han podido hacer esto con cierta gente, no todo el mundo, evidentemente, pero sí con algunos... hace que le dé sentido a todo.
-¿Qué se lleva la Carla Simón persona para su vida diaria de la experiencia de rodar la historia de sus padres?
-Me siento como muy liberada. También, he aprendido la libertad en el sentido de que yo siento que es una película más libre, donde hemos tomado muchos riesgos. Eso es lo que me quiero quedar de este rodaje, y el poder seguir haciendo las pelis que vienen, y que está bien tener un compromiso con la realidad, que está bien imponerte a ti misma unas reglas, pero que también uno se puede dejar ir en ciertos momentos, porque ahí luego surge la poesía. Me quedo con eso.
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