La resurrección de Gila, el hombre que usó el humor contra la guerra

Lo que se leyó aquella mañana llega mañana a los cines en forma de película. Un relato de los años de Gila en la Guerra Civil, donde acabó casi de rebote y rebotado, y en la que sufrió un episodio tan traumático, tan imposible de olvidar, que solo pudo purgarlo a través del humor. Ahí está Gila, joven, tembloroso, despidiéndose de la vida frente a un pelotón de fusilamiento que carga sus armas. A su lado, su amigo Pedro Tavares, el que le animó a enrolarse en las filas republicanas. «Fuego», y todos caen. Hubiera sido el final de uno de los más grandes genios que ha dado el humor dentro y fuera de nuestras fronteras de no ser porque la bala que le impactó no fue letal. Sobrevivió de milagro, haciéndose el muerto junto a un puñado de cadáveres, entre ellos el de su gran amigo Tavares.

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«Cuando le preguntaban por el fusilamiento y la guerra, sé que no hablaba mucho de eso», recuerda el actor, según le contó Malena. «Como que contestaba un poco por encima, no ahondaba mucho. Fue muy duro para él y no quería volver a relatarlo. Pese a que fue alguien que vivió algo tan sonado y que estuvo tantos años haciendo humor sobre la guerra, no quiso contar algo tan personal porque sería revivir el trauma de alguna manera, y claro... Lo curioso es que de alguna manera se lo tomó con humor. Lo trascendió haciendo el monólogo de la guerra y todo lo que hizo, y en realidad tiene que ser como mucho más duro volver a eso y contarlo abiertamente», relata el intérprete, que interpreta a ese Gila joven clavando su voz y sus gestos.

Porque Óscar Lasarte ha entrado en ese «búnker» metafórico que es la memoria de Gila. Tanto como el propio Gila entraba en su propio búnker, la habitación en la que escribía su humor en intimidad, tal y como escribió en sus memorias 'Y entonces nací yo' (Temas de Hoy). «Malena me contaba que su padre tenía una habitación en la que se encerraba y donde pasaba allí horas y horas escribiendo, dibujando...», cuenta Lasarte, que ha visto muchos de los dibujos del humorista en la propia película, donde esos monigotes aparecen en las hojas y paredes en momentos clave.

Así, Óscar Lasarte da forma a un joven Gila que tira del humor para las situaciones más trágicas de la Guerra Civil, que el convierte en surrealistas. Desde un equívoco en los camiones de transporte, donde se mete en el de los comunistas en lugar del de los socialistas («pero yo a ese no quiero que le quiten su zurrón, que es suyo»), hasta un teniente que lo quiere despachar por su torpeza innata o un encuentro con un batallón de nacionales tan perdidos y desnortados como el suyo a cuenta de una vaca lechera («que ustedes también querrán merendar, digo yo»). Incluso para alguna situación de lagrimilla fácil con sus abuelos, con los que vivía en una pequeña buhardilla de Madrid hasta que se va al frente. También, claro, cuando los tienen rodeados o cuando el pelotón de fusilamiento le pone en su mirilla. «Ring ring... Cógeme el teléfono», dice, cuando la situación se complica y tiene que levantar el ánimo no de sus camaradas, sino de cualquiera. Porque Gila hizo del humor el mejor cicatrizante para un país herido en canal.

En '¿Es el enemigo? La película de Gila' todas esas escenas se canalizan en el cuerpo y la voz de Óscar Lasarte, un actor desconocido de 28 años que debuta en la gran pantalla con un papel protagonista. Ha llegado a él a través de innumerables castings y desde los márgenes: en su Denia natal ha trabajado como mago, animador, cómico, imitador, actor en algún cortometraje de amigos.. y hasta como cantante, que ganó un concurso con 'Fly Me To The Moon', de Frank Sinatra. Y de ahí, a la pantalla grande gracias, de nuevo al humor de Gila.