Muere Robert Redford, galán clásico del nuevo Hollywood
El actor y director, ganador de un Oscar y protagonista de más de 70 películas, ha fallecido a los 89 años
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Lucía Cabanelas
La vida, a veces, es una carambola de contradicciones. La de Robert Redford, que murió ayer en Utah a los 89 años, fue la de una estrella de cine que siempre soñó con ser pintor, la de un galán clásico en la vorágine salvaje del ... Nuevo Hollywood, la de un hombre que sedujo a medio mundo pero en realidad solo ansiaba desaparecer, esconderse de los focos en un lugar entre Mijas y Fuengirola que conoció cuando visitó España por primera vez a los 19 años, en un viaje de mochilero.
Un hombre guapo
Rosa BelmonteAsí era el actor, también director, imán para la taquilla e impulsor del Festival de Sundance, uno de los más importantes del circuito independiente, que financió de su propio bolsillo y que llamó así como homenaje a su personaje en 'Dos hombres y medio'. Un tipo capaz de impugnar el salto de un guionista a director –como hizo con David S. Ward antes de que George R. Hill se subiera al timón de 'El golpe', y también uno que solo volvió de su retiro para hacer un cameo en una película de superhéroes, en 'Vengadores: Endgame', tras despedirse un año antes, en 2018, con 'The old man and the gun'. «Vi su lado esquizofrénico: quería una vida como actor, pero a la vez la sufría. Es lo mismo que sentía yo», dijo en su día Jane Fonda, con la que coincidió en varias películas. Robert Redford era así, andaba entre la luz y la sombra, entre la actividad frenética y el descanso. Siempre estuvo yendo y viniendo. Hasta ahora.
Paul Newman, su mejor aliado
Pero la vida de Redford, quizás, habría sido diferente si el actor hubiera aceptado ser Michael Corleone en 'El Padrino' o seducido a la señora Robinson en 'El graduado'. También, seguro, si Jack Nicholson no hubiera rechazado el papel de Johnny Hooker, el estafador noble gracias al que conoció a Paul Newman en 'El golpe' y que le dio al actor la única nominación al Oscar como intérprete de toda su carrera. La estrella de los ojos más azules del cine fue su mejor compañero de cabalgada; su amistad, su química, su camaradería, parecían sempiternas, aunque en realidad solo habían coincidido en otra película, también a las órdenes de Hill, 'Dos hombres y un destino'.
Robert Redford quiso ser muchas cosas en su vida, y muchas de ellas las fue gracias al cine. Héroe, ladrón, canalla, bandido, jugador, villano, conquistador. Sobre todo eso. «No estaba preparado para entrar en el cine y, de repente, ser juzgado por mi físico», confesó en sus memorias. Y aún así, enamoró a un buen puñado de actrices en sus más de seis décadas de carrera. A Barbra Streisand en 'Tal como éramos', a Jane Fonda en 'Descalzos por el parque', a Mia Farrow en 'El Gran Gatsby', a Debra Winger en 'Peligrosamente juntos', a Meryl Streep en 'Memorias de África'. «Vemos a mucha gente follando en el cine, pero no una escena [cuando le lava el pelo] con ese amor y esa delicadeza. Cuando llegamos a la quinta toma, yo ya estaba enamorada (...) Era tierno y sensual. Yo deseaba que no acabase, a pesar de que estaba rodeada de hipopótamos», reconoció la actriz, con quien volvió a coincidir en 'Leones por corderos'.
'Todos los hombres del presidente', 'El hombre que susurraba a los caballos', 'Los tres días del cóndor', 'Cuando todo está perdido', 'Las aventuras de Jeremiah Johnson'... No hay título desconocido en su filmografía, prolija y variada, y en la que no abundan premios. Nominado cinco veces a los Oscar, logró por fin la estatuilla en su debut como director, por 'Gente corriente', en 1980. En 2002, la Academia volvió a premiarle con un Oscar honorífico por su trayectora.
Su vida, siempre, ha pivotado entre dos extremos: el del joven rebelde y el hombre modélico. Ha hecho carrera tanto en la costa Este como en la Oeste. Y, con ese aire de niño bueno, ha triunfado cuando despuntaban los incorregibles del Nuevo Hollywood en películas clásicas como 'El golpe', la única, según reconoció varias veces, que fue capaz de ver después del '¡corten!'. «Jamás miro atrás, nunca lo he hecho. Yo no quiero ser solo historia», aseguró. Y, sin embargo, ha terminado siéndolo.
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