La ventana indiscreta
Maggie Smith: A rañala, profesora
Harry Potter no le dio prestigio pero la hizo inolvidable, como a esa brillante generación de actores británicos que se habría perdido en el tiempo, como lágrimas en el lago negro de Hogwarts…
Muere la actriz de 'Harry Potter' y 'Downton Abbey' Maggie Smith a los 89 años

Jared Harris rechazó interpretar el papel de su padre porque las películas están bien como están y Dumbledore solo hay uno. En realidad hubo dos, porque primero fue el gran Richard Harris y luego Michael Gambon. Eso sin contar a Jude Law, que ni lucía ... túnica estrafalaria ni se da por válida su saga de 'Animales fantásticos y cómo encontrar a Johnny Depp en ellas…' Tampoco va a ser fácil encontrar a una sustituta digna para Minerva McGonagall. Era perfecta Maggie Smith, capaz de parecer vieja pero mantenerse joven, de resultar simpática y severa al mismo tiempo, porque sus ojos saltones valían para una cosa y otra y sus labios fruncidos lo eran solo por empeño, como queriendo ocultar una sonrisa o el motivo por el que una Dama británica con dos Oscar y cinco Bafta participó en una saga como Harry Potter sin que se le cayeran los anillos.
Fácil. Le dio popularidad y la puso a la altura de esas «personas pequeñas» que tanta gracia le hacían, como contó Rosa Belmonte. Acercó su talento a una generación para la que sus películas, las buenas, ni existían. Y estaba orgullosa. Tanto que, cuando le diagnosticaron un cáncer al final de la saga, se empeñó en volver al gorro y la varita, «aunque fuera tambaleándome». Rodó «totalmente calva» por la quimioterapia. «Era como un huevo cocido», dijo.
Así es el tiempo. Qué pena que para las nuevas generaciones la profesora de Transformaciones vaya a ser la de la serie de HBO y no Maggie Smith. La de los Oscar, la de 'Gosford Park', pero también la Wendy de Peter Pan, la madre superiora de 'Sister Act', la cínica de 'Downton Abbey'. Y la McGonagall de Harry Potter. Unas películas le dieron prestigio; otras la hicieron inolvidable, como a Alan Rickman, Harris o John Hurt. Aunque los más exquisitos gafapastas lo quieran negar, sin el niño gafotas, para muchos baja literatura, una brillante generación de actores británicos de la vieja escuela se habría perdido en el tiempo, como lágrimas en el lago negro de Hogwarts…
La primera vez que vi a Maggie Smith no fue en una gran película. Ni siquiera en Harry Potter. Fue en la miniserie 'David Copperfield', de la BBC pero en la televisión gallega, la única capaz de convertir el «Sayonara, baby» de 'Terminator 2' en un «A rañala, raparigo». Salía también Daniel Radcliffe, a quien, por cierto, recomendó para ser el protagonista de la saga mágica. Pues eso, una leyenda. A rañala, profesora.
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