Arantxa Echevarría: «Hablar del dolor que causó ETA es un acto de exorcismo»
La directora bilbaína estrena 'La infiltrada', que cuenta la historia de una joven policía que se adentró en el núcleo de ETA
La vida de Arantxa, una joven policía en el comando Donosti de ETA

—Yo, por una 'Euskadi libre', por un plato de lentejas de la 'ama', he hecho cualquier cosa.
—¿Cómo qué?
—Un atentado.
Así, el etarra Kepa Echevarría confesaba a su amiga Aranzazu Berradre Marín en su salón, sin arrepentimiento alguno, cómo había intentado ... matar a sangre fría a un funcionario de prisiones. Mientras contaba el relato, en sus ojos solo yacía rabia mientras apuntaba con su mano a modo de pistola mientras representaba la escena del crimen. Lo que este terrorista desconocía es que estaba cavando su propia tumba al hablar en realidad con una infiltrada de la policía. Aranzazu Berrade es el nombre de guerra que tomó una joven de 22 años recién graduada en la Academia de Policía de Ávila, para infiltrarse en el núcleo terrorista de ETA y poder reventarla desde dentro. Un inspector jefe que conocía bien la lucha contra el terrorismo puso los ojos en la joven porque sabía que nadie sospecharía de una chica como ella. Atractiva, pero sin rasgos exacerbados; buena amiga, pero sin comprometerse en exceso con ellos, empática, pero al mismo tiempo sin llamar la atención de su pandilla. Pero lo más importante es que era mujer y ETA, una organización también muy machista, jamás podía imaginar que la Policía iba a intentar infiltrar a una agente. La tensión de esta joven por evitar el más mínimo error, fotocopiar documentos clave y desmantelar al grupo terrorista la recoge Arantxa Echevarría para trasladarla al cine con 'La infiltrada'. «Es un logro que nadie consiguió superar. Fue la mujer que demostró que la tregua de la banda era una trampa», indica la directora a ABC.
Aranzazu, interpretada por Carolina Yuste, se cuela entre los simpatizantes de ETA para hacerse pasar por uno de ellos. Es la única que consiguió estar tanto tiempo. Un compañero suyo solo estuvo un día y otro necesitó ayuda psicológica tras un mes. La joven policía se embarca en la misión en un San Sebastián plagada de carteles, amenazas pintadas sobre las fachadas, los cuchicheos en vasco, los gritos en la calle y las tabernas del casco viejo que abrían sus puertas si eras capaz de pronunciar un 'Gora ETA'. En el escenario de la ciudad, que pasa a ser un personaje más de la historia, hay mucho de la vida de Arantxa Echevarría, que experimentó en sus carnes el dolor y silencio sobre ETA y que ha sabido trasladar a la pantalla. «Recuerdo todo el conflicto, la oscuridad del ambiente de silencio, el 'calla, calla' cuando se mencionaban los atentados. Era un peso sobre los hombros de toda una sociedad. Es arriesgado hacer una película así porque todavía hay muchas heridas y cicatrices que aún se están curando».



—Si metes la pata puedes acabar con tus huesos en la cárcel o peor. No tendrás funeral de estado, nadie sabrá de tu sacrificio porque para el mundo tú no existes. Tendrás que entrar y fingir que eres uno de ellos, celebrar los asesinatos con ellos y soportar el miedo a que te descubran. ¿Hasta donde estarías dispuesta a llegar en la lucha contra ETA?
—Quiero ver el fin de esto y quiero ser yo la que este en primera fila.
Esta conversación entre el inspector jefe, interpretado por Luis Tosar, y la joven policía es el eje sobre el que se vertebra la cinta. Aranzazu, alejada de su familia sin ningún tipo de contacto durante ese tiempo, tiene que enfrentarse al pavor de ser pillada por algún miembro de la banda mientras abre las puertas de su casa a Kepa Echevarría, un joven etarra que confía en la joven la misión de enviar mensajes a los etarras escondidos en el sur de Francia. Mientras tanto, un equipo policial vigila cada paso y movimiento de la joven para velar por su vida. Un solo despiste y el plan se iría a pique.
Los gritos de guerra entre los terroristas y quienes simpatizaban con ellos, el disparo en la cabeza de un joven Gregorio Ordóñez en La Cepa frente a una joven María San Gil que miraba asombrada con el rostro salpicado por la sangre, la indiferencia mezclado con el miedo del entorno ante los crímenes de ETA. Arantxa Echevarría tiene la valentía (y la osadía) para plantear el conflicto con la crudeza y al mismo tiempo la complejidad que rodeaba este asunto. Aranzazu se infiltra en la banda en un momento clave, tras la muerte de Miguel Ángel Blanco, cuando la sociedad comienza a unir fuerzas para acabar de una vez por todas con la banda. ETA anuncia una tregua, pero el entorno de Aranzazu no dice lo mismo. Su ejecución fue clave para averiguar que no era más que una 'tregua trampa' para ganar tiempo y seguir atentando. Eso, y la llegada del etarra Sergio Polo a su casa.



«Es complicado hoy en día hablar de todo esto, pero pesaba más el deber moral de hacer memoria sobre todo lo ocurrido. Hay que recordar para no olvidar porque podemos caer en lo mismo. Estamos muy polarizados y no todo es blanco o negro», asegura la directora. Aunque el reto no era profesional, sino más bien personal. No es fácil reabrir heridas del pasado cuando uno ha callejeado por esas calles con miedo y recelo como lo hizo Arantxa. Esta cinta cura un poco su juventud y el futuro de una sociedad. «Es una forma de hacer las paces en la sociedad vasca. Es hablar de algo que nos tenía subyugados. Ya solo hablar de ello es un acto de exorcismo«, añade.
La hazaña de Aranzazu fue un éxito, aunque ella pensara lo contrario, porque logró desarticular uno de los comandos más sanguinarios de ETA con la más estricta discreción. Poner fin a la misión era aún más complicado que embarcarse. «¿Volver a qué vida? Esta es mi vida», expresa con crudeza Yuste en la piel de la policía. Tras ocho años de infiltración no es fácil volver a una vida paralizada, absolutamente distanciada de su familia y sin ningún contacto con sus amigos. «Fue duro escuchar a algunos chicos de San Sebastián que contaban con tristeza cómo se sorprendieron al saber que su amiga era en realidad algo irreal», expresa la directora.
Tras salir este caso a la luz, ETA no tardó en apuntar con su diana a esta joven y a su familia, pero huyó y, desde entonces, se desconoce su paradero. «Cuando entró era una simple policía. No pudo presentarse a los exámenes de promoción y al salir, a pesar de lograr todo lo que hizo, seguía siendo inferior a cualquiera». Arantxa Echevarría trató de llegar a ella, algo que le fue imposible, pero sí que le hicieron llegar la idea de plantear esta película. ¿Su respuesta? No dijo nada. «No quiso notoriedad. Sentía que era su deber hasta ahora». que ahora, por cierto, es ilustrador de cuentos infantiles.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete