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«Yucatán»

El deseo de una niña que pretende reventar la taquilla

Tras «Celda 211» y «El niño», el director Daniel Monzón y el actor Luis Tosar se reencuentran en «Yucatán», el nuevo filme del cineasta

Luis Tosar, en un fotograma de la película ABC

Óscar Rus

«Sofía, ¿tú qué película harías?». Así dio los «buenos días» el cineasta Daniel Monzón a su hija, que por aquel entonces tenía 9 años. «Tengo un lío en la cabeza...», le confesaba su padre mientras ella mojaba en leche las galletas. El director y guionista, tras el éxito crítico y comercial de «El niño» (2014) y «Celda 211» (2009), tenía hasta tres proyectos cinematográficos sobre la mesa. «Yo haría la película que más me va a divertir hacer y más le va a divertir a la gente», le contestó la pequeña. Monzón se dejó llevar entonces por la «verdad lapidaria» de su hija para sacar adelante «Yucatán», que se estrena hoy en cines. Es su sexto largometraje desde que en 2000 debutase en la dirección con «El corazón del guerrero».

El título del filme hace alusión al último destino de un crucero transatlántico en el que tres estafadores como Lucas (Luis Tosar en su cuarta colaboración con Monzón), Clayderman ( Rodrigo de la Serna ) y Verónica ( Stephanie Cayo ) se enzarzan por dar el mayor golpe de sus vidas, tanto en lo profesional (a la caza de turistas «millonetis») como en lo sentimental. Aunque etiquetada como comedia, «Yucatán» –escrita entre Monzón y su colaborador habitual, Jorge Guerricaechevarría– hace malabares entre varios géneros: musical, aventuras, «thriller», drama, romántico... «El resultado es tan peculiar que yo lo denomino “boat-movie”», defiende su director, porque aquí en lugar de hacer un viaje en coche, navegan por alta mar para visitar localizaciones como Casablanca, Tenerife y Brasil.

Tras una «tragedia claustrofóbica» como «Celda 211» –que reportó al cineasta dos Goyas como Mejor Dirección y Mejor Guion Adaptado hace ocho años– y una película tan intensa como «El niño», Monzón tenía ganas de comedia. Pero avisa a navegantes: «No es una película de chistes encadenados, sino un tipo de comedia clásica». El director quería contar una historia con giros cuyos personajes tuvieran «verdad más allá del disparate». Al igual que sucede con los «Campeones» de Javier Fesser, Monzón coincide en que se trata de una comedia que «toca el corazón». Su máxima, al escribir los personajes, fue quererles (evitar condescendencia) y lograr que importasen a los espectadores. «Incluso al más reprobable le coges cariño», promete.

Un cambio de registro que, sin embargo, no le impedía seguir hablando de «las oscuridades» del ser humano: «Es una fábula moral sobre la codicia humana, pero desde una mirada llena de humor». El cineasta promete diversión y entretenimiento, pero también reflexión sobre qué es más importante en la vida: «¿Ir detrás del dinero u otras cosas más valiosas, pero que no cuestan dinero?». El empujón mañanero de su hija vino acompañado de una frase del célebre dramaturgo Bernard Shaw: «Si quieres contar la verdad a la gente, hazles reír ».

El mallorquín se negaba además a que le encasillasen «en una celdita», algo que su filmografía evidencia. Tras probar el género de la fantasía y las aventuras en su ópera prima, «El corazón del guerrero» (2000), se atrevió con una comedia de atracos, «El robo más grande jamás contado» (2002), y el cine negro, «La caja Kovak» (2006). «Me gusta retarme a mí mismo, probar nuevos caminos . Eso me hace sentir fresco y joven», confiesa. Llegó entonces el drama carcelario «Celda 211» en 2009, de cuyas 16 nominaciones a los premios Goya consiguió llevarse la mitad, incluyendo mejor película, director y actor (Tosar). «Después de ello, mucha gente me decía “¡Has puesto el listón muy alto! ¿Y ahora qué?”». Y entonces repitió 16 nominaciones al Goya con «El niño» (2014). «Lo que nunca tienes que hacer es pensar en galardones porque entonces la vas a liar», aconseja. El premio que ha de tener «Yucatán», reconoce Monzón, es el disfrute del espectador.

Pero hubo un tiempo en el que Daniel Monzón veía los toros desde la barrera: «Desde muy pequeñito quise dirigir, pero me surgió por el camino el periodismo cinematográfico y la c rítica». Entrevistar a intérpretes e ir a rodajes fueron «una escuela maravillosa». Cuando empezó a dirigir, ya no había marcha atrás: «No podía hablar, desde un ámbito público, sobre películas de otros porque tomé conciencia de muchas cosas». «Pero no debes ser consciente del esfuerzo y los problemas», asegura, «para hablar desde la crítica. Si lo eres, empezarías a ser condescendiente y perdonar cosas que no tienen por qué ser perdonadas». A Monzón le interesan por igual las opiniones de los críticos como la de los espectadores, que le sirven «para aprender y tratar de mejorar el arte de narrar».

«La tribu» , «Campeones» , «El mejor verano de mi vida» y «Sin rodeos» han sido algunas de las comedias españolas estrenadas este 2018 y el indicativo de que «la comedia nacional está teniendo muy buena acogida». ¿Por qué? «En épocas duras, de crisis, en las que el futuro resulta incierto y hay problemas de todo tipo, la gente quiere tener un bálsamo que le concite la sonrisa durante dos horas». El personaje de Clayderman (Rodrigo de la Serna), capitán del barco, abre la película con un mensaje metarreferencial hacia cruceristas y espectadores: «Disfruten de este paréntesis en sus vidas».

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