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ABC Cultural

«Scorsese y la Copa Davis», Tercera de Rodrigo Cortés

«Había sucedido lo imposible: Scorsese había ganado a Alemania. Y la Copa Davis -y el tenis todo, aunque nunca nadie lo supo- me lo debía a mí»

RODRIGO CORTÉS

De tenis, quede claro, sé lo que el tenis de mí. Pero la tarde del 14 de marzo de 1987 un niño de trece años sentía por él el interés suficiente como para llevarse una radio al cine y seguir el partido de dobles que ... enfrentaba a Emilio Sánchez-Vicario y Sergio Casal contra Eric Jelen y Boris Becker . Eran los octavos de final de la Copa Davis. Tras dos partidos de individuales, España empataba a uno: ganar el dobles le permitiría adelantarse sin obligar a Casal a ganar a Becker en el último partido, lo que sólo estaba al alcance de Odiseo y del propio Becker. Aunque eso no lo sabía. Yo, en realidad, no sabía nada, que es lo que me pasa ahora, y el tenis, de todos modos, dejó de importarme en cuanto, en la cola del cine, vi a la niña que me gustaba, una niña que no me había hecho caso en el último campamento y que no me lo haría ya nunca, pero que estaba ahí, con sus amigas, saludando sin ganas con la manita, educada al fin. Ella iba a ver cualquier cosa. Yo iba a «El color del dinero», una película de billar con Paul Newman y el de Legend , ¿qué podía salir mal? Aun así, dudé un instante: si veía la película de la niña, igual me sentaba a su lado. Por otro lado, en la mía jugaban al billar. Y yo ya había apagado la radio, ¿cuántos sacrificios debía hacer en nombre del amor? En las radios de los demás, Sánchez-Vicario y Casal perdían contra Becker y Jelen: ahora tocaba ganar los partidos del domingo. En los cines Van Dyck de Salamanca ganaba, sin embargo, Scorsese. Y, claro, ganaba yo.

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