Premios Goya
Mientras dure la guerra, en los Premios Goya 2020
La película de Alejandro Amenábar suma 17 nominaciones a los Goya 2020
Gala de los Premios Goya 2020: síguela en directo
ABC
Con 17 candidaturas, « Mientras dure la guerra » lidera las nominaciones de los Premios Goya 2020 . La película de Alejandro Amenábar ha superado a Dolor y gloria y La trinchera infinita en la carrera por llevarse el Goya a la mejor ... película. Además, en la categoría reina compiten también Intemperie y O que arde .
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La historia de Mientras dure la guerra es de sobra conocida y ha conquistado a los académicos de los Goya 2020 : España. Verano de 1936. El célebre escritor Miguel de Unamuno decide apoyar públicamente la rebelión militar que promete traer orden a la convulsa situación del país. Inmediatamente es destituido por el gobierno republicano como rector de la Universidad de Salamanca. Mientras tanto, el general Franco consigue sumar sus tropas al frente sublevado e inicia una exitosa campaña con la secreta esperanza de hacerse con el mando único de la guerra. La deriva sangrienta del conflicto y el encarcelamiento de algunos de sus compañeros hacen que Unamuno empiece a cuestionar su postura inicial y a sopesar sus principios. Cuando Franco traslada su cuartel a Salamanca y es nombrado Jefe del Estado de la zona nacional, Unamuno acudirá a su Palacio, decidido a hacerle una petición de clemencia.
[Lee Qué, por qué y a quién molesta «Mientras dure la guerra» ]
Crítica de Mientras dure la guerra, por Oti R. Marchante
Del mismo modo que la carne animal quiere convertirse en el asunto del siglo XXI en el mundo, Alejandro Amenábar fue, sin querer, probablemente, el asunto del día aquí en el Festival. Su película, «Mientras dure la guerra» , es un comprimido cinematográfico con todos los ingredientes para que carnívoros y veganos (en lo que respecta a la ideología) coincidan en el rechazo a su fórmula y en la desaprobación a su ingesta. Personalmente, no es ese mi caso, sino justamente el contrario: con qué valor se mete descalzo Amenábar en ese arenal lleno de minas personales y colectivas. Casi nada es lo que parece en «Mientras dure la guerra», ni siquiera encuentra un bando en el que refugiarse o al que agradar: los dos son desagradables, detestables, según nos dice el lugar donde ocurre principalmente la acción: la cabeza, el pensamiento, las dudas y los razonamientos de Miguel de Unamuno, cogido aquí durante los primeros días de lo que se llamó el alzamiento nacional.
La mirada de la película se centra en dos picos narrativos, las idas y venidas de Miguel de Unamuno (del desencanto con la brutalidad sangrienta de la República al apoyo y posterior desencanto con la brutalidad sangrienta de la llegada del ejército nacional a Salamanca) y las intrigas y cálculos bélicos en el Estado Mayor de las tropas sublevadas, con la figura del general Franco en primerísimo plano. Lo bélico ocurre en otro sitio que no busca la película de Amenábar, pero lo esencial acontece ahí, en el interior de Unamuno y en el interior del general.
Y antes de dar un paso más, hay que detenerse en Karra Elejalde , un actor explosivo, ardoroso, graciosísimo y genial, y aquí alguien que desaparece por arte de magia cinematográfica para dejar que su personaje, tan contradictorio, complicado, humano y «antipático», florezca ante el espectador: lo de menos es si realmente dijo o no dijo aquello de «venceréis, pero no convenceréis», o si se equivocó en su trayectoria de apoyos y públicas condenas, o si se dejó empujar y manosear por unos y otros…, lo importante es que ahí, en la pantalla, uno entiende cada gesto, palabra, desconcierto y humillación de ese personaje puñetero que nunca acabó de agradar a nadie, como esta película. Hay tantos momentos reconocibles y genéticamente «nuestros», de nosotros y de ellos, en la pantalla que hasta da rabia verlos, como esa discusión casi a garrotazos de dos amigos en un altozano, esa cabeza baja y humillada cuando una partida de indeseables se llevan de paseo al amigo, esa mano de Carmen Polo sacando a Unamuno del Paraninfo… ¿quién está dispuesto a admitir que los nuestros son tan despreciables como los suyos?... Y camina descalzo, con la idea, la caricatura, la ponderación y el espejo cóncavo por ese campo de minas.
Hay muchos personajes construidos para el descontento, o para el desconsuelo nutritivo del prejuicio. Sobresale aquí la composición ruidosa, primaria, realmente enérgica en lo cinematográfico, que hace Eduard Fernández de Millán Astray , y muy sorprendente el tratamiento, tan lejano a los clichés de la «memoria histórica», de Francisco Franco, al que genialmente interpreta Santi Prego con tanto rebuscamiento y colorido interior que resulta fascinante, aunque el propio Unamuno lo calificara de «pobre hombre».
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