Premios Goya
Dolor y Gloria, nominada al Goya a mejor película
La película de Pedro Almodóvar suma 16 nominaciones a los Goya
Goya 2020: sigue en directo la gala de los Premios del cine español
F. M.
Dolor y gloria narra los reencuentros de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de los encuentros son reales, otros recordados: su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia en busca ... de prosperidad, el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y palpitante, la escritura como única terapia para olvidar lo inolvidable, el temprano descubrimiento del cine y el vacío, el inconmensurable vacío ante la imposibilidad de seguir rodando. « Dolor y Gloria », de Pedro Almodóvar , habla de la creación, de la dificultad de separarla de la propia vida y de las pasiones que le dan sentido y esperanza. En la recuperación de su pasado, Salvador encuentra la necesidad urgente de narrarlo, y en esa necesidad, encuentra también su salvación.
Además de su éxito en los Premios Goya , Dolor y gloria ha tenido un recorrido internacional impresionante. Ha sumado nominación tras nominación en la carrera de premios extranjeros, con la culminación de la candidatura al Oscar a mejor película internacional y la del Oscar a mejor actor para Antonio Banderas .
Con la nominación al Oscar, Pedro Almodóvar pone fin a una racha negativa de tres lustros de nuestro cine. 15 años en los que ninguna película se coló entre las nominadas a Mejor película en habla no inglesa (este año renombrada como Mejor película internacional). Desde 2004 con «Mar adentro», de Alejandro Amenábar, el cine español no estaba representado en una categoría en la que nuestro país se sitúa en el tercer puesto del ránking con más nominaciones. Pedro Almodóvar ya sabe lo que es levantar esta estatuilla. Lo hizo en el año 2000 con «Todo sobre mi madre». Antes, en 1989, estuvo nominado con «Mujeres al borde de un ataque de nervios». Habrá que esperar al próximo 9 de febrero para ver si repite sobre el escenario del Dolby Theatre de Los Ángeles, aunque las opciones son mínimas viendo cómo «Parásitos» ha recibido hasta seis nominaciones , incluyendo mejor película, dirección y guion original.
Pero antes de que lleguen los Oscar, Pedro Almodóvar competirá con Mientras dure la guerra, Intemperie, O que arde y La trinchera infinita por dilucidar cuál es la mejor película española del año. Será en la gala de los Premios Goya del 25 de enero en Málaga que ABC te contará en directo.
Crítica de «Dolor y gloria»: Todo sobre mí y mi madre, por Oti R. Marchante
Pedro Almodóvar llega siempre a las salas de cine, a la temporada cinematográfica, como una carga del Séptimo de Caballería a la caravana sitiada por los «indios». Y antes de entrar a su última película, ni siquiera es preciso hacer un barrido por su larga, brillante e influyente filmografía anterior; basta recordar que su él y su cine han absorbido todo el color, textura y «runrún» de la sociedad española en al menos dos décadas (no hay mejor vistazo a los años ochenta en España que alguna de sus obras). En «Dolor y gloria» , Almodóvar inaugura una distinta aspiración, o mejor, emboca la aspiradora de su cine a otro lugar que no es Madrid, o una época, una circunstancia o un deseo. La emboca hacia sí mismo: se aspira y llena la bolsa de infinidad de polvillo íntimo, de partículas que tienen la voluntad de explicarlo. El título habla de él, y habla de él la primera escena de un hombre que aguanta la respiración bajo el agua, y que muestra una gran cicatriz en el pecho, y que describe minuciosamente (con la brillante lección de los diseños de Juan Gatti) las diabólicas conjuras del dolor físico contra el cuerpo humano, en este caso el de un director de cine llamado Salvador Mallo que interpreta con un excelente manejo de la aspiradora Antonio Banderas .
Mallo, o Banderas, es la imagen que se refleja al ponerse Almodóvar ante el espejo, y nos cuenta a dónde va (en realidad, hace confesión de su colapso personal y artístico) y muy primorosamente de dónde viene: iluminadas y hermosas escenas de su pasado, de niño junto a su madre, Penélope Cruz , y otra vez más agua, la de un río en el que lavan y tienden sábanas entre canciones las lavanderas de su memoria; pura reverberación, como el apunte de rodaje (la madre y el niño duermen en un banco de la estación) de una escena vista anteriormente. Esa parte del pasado, la construcción personal, artística y emocional del niño (el desmayo de Mallo como un presentimiento erótico), la luz y la autenticidad que arrojan, es lo mejor de esta esponjosa película, junto a los momentos del director adulto con el ocaso de su madre, ya Julieta Serrano , en un instante de sublime lucidez y confesión.
«Dolor y gloria» patina con enorme gracia y sentimiento sobre la pista de su niñez y hallazgos, y escala con mayor dificultad, con más cálculo, sobre la montaña de pasiones, frustraciones, logros y malogros de su vida como hombre y cineasta de éxito: se intuye algo de maquillaje en la elaboración de los capítulos con Asier Etxeandia o Leonardo Sbaraglia, y una cierta ligereza en ese banal y venial entrar y salir de la heroína... Pero exprime sus angustias, dudas y soledades, y proyecta en la historia de Mallo un profundo testimonio personal y artístico, y en buena sintonía con su depurado estilo y con enorme elegancia formal (e informal).
Hay mucho guiño, mucho encuentro, con su obra anterior, y también con el resto de «lo suyo», pero saturado de una mirada triste, melancólica y explicativa a sus tablas de salvación, sea el cine, el sutil destierro o ese cálido canturreo a la figura de la madre. Una mejor película de Almodóvar que invita a conocerlo de otro modo, también mejor.
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