Muere Tony Sirico, mafioso reconvertido en actor, habitual de Woody Allen y fijo en 'Los Soprano'

Sirico, nacido en Nueva York el 29 de julio de 1942, falleció en la madrugada de este viernes en Fort Lauderdale (Florida), la Venecia de América. Arrastraba problemas cardiacos y demencia senil. Le faltaban unos días para cumplir 80 años.

Antes de convertirse en actor, Tony Sirico perteneció a la familia Colombo , donde obedecía las órdenes directas de Carmine 'Junior' Persico . Fue arrestado en 28 ocasiones. En 1967 pasó 13 meses entre rejas por asaltar un club nocturno en Brooklyn. En 1971 cumplió otros 20 meses en Sing Sing por posesión de drogas y armas. Durante su estancia en esta última prisión se unió a un grupo de actores aficionados. «Los vi y me dije: yo puedo hacer eso». ¿Quién dice que nadie se rehabilita en la cárcel?

Sirico era un hombre con talento que vivió en el entorno equivocado y, por casualidad, encontró un camino mucho más sano. «Crecí en Bensonhurst, donde había mucha gente de la mafia», declaró en una entrevista a la revista 'Cigar Aficionado' en 2001. «Los observaba todo el tiempo, miraba su forma de caminar, los coches que conducían, la forma en que se acercaban unos a otros. Había un aire sobre ellos que era muy intrigante, especialmente para un niño».

Como actor, apareció en siete películas de Woody Allen ('Balas sobre Broadway', 'Poderosa Afrodita', 'Todos dicen I Love You', 'Desmontando a Harry', 'Celebrity', 'Cafe Society' y 'Wonder Wheel') y en otros largometrajes tan destacados como 'Uno de los nuestros', pero su gran papel fue el de Pauli en 'Los Soprano', que representó durante 74 episodios e incluso en alguno más, en la serie de animación 'Padre de famila'.

En su segunda vida, Sirico debutó en la película 'Ángeles en el infierno', en 1977. No es del todo casualidad que su siguiente aparición fuera como extra en la segunda parte de 'El Padrino', Estaba claro que había encontrado su lugar en el mundo.

Series como 'Kojak' y 'Corrupción en Miami' le van haciendo ganar peso (él siempre lo hacía todo delante y detrás de las cámaras), y en 'Uno de los nuestros' (1990), se asoma al gran cine de la mano de Martin Scorsese . Luego llegarían las películas de Woody Allen y 'Mickey ojos azules' (1999), casi siempre en el género que mejor dominaba. Ese año empezó además a trabajar en 'Los Soprano', su mejor papel, que le duró ocho años.

«Algunas de mis películas favoritas mientras crecía han sido las de gángsteres. Aprendí a caminar y a hablar viendo a James Cagney . Es eso, es el poder, es el glamour. La mafia tiene todo ese misticismo a su alrededor que es mágico». También se resistió, todo hay que decirlo, a matar a una mujer con sus propias manos. Intentó que fuera con una pistola pero David Chase se negó.

–David, no me hagas matar a una mujer.

–No, tienes que matarla.

–Entonces déjame disparar.

–No, tiene que ser personal.

–David, vengo de un barrio difícil. Si vuelvo a casa y ven que he matado a una mujer voy a quedar mal.

–Tienes que hacerlo.

–No, no voy a poner mis manos sobre ella.

–Usa la almohada.

«Después de todo, volví al barrio y nadie dijo nada. Les encantó el espectáculo. No les importaba lo que hiciéramos», remata Tony Sirico, en una escena digna de aparecer en cualquiera de sus películas.

'The New York Times' recuerda otra escena que ilustra la fina membrana que dividió las dos vidas de Tony Sirico. En una entrevista con 'Daily News', el todavía aprendiz de actor recuerda: «Yo era un villano exconvicto de 30 años sentado en una clase llena de estudiantes de teatro con caras frescas y serias. El profesor se inclinó hacia mí después de hacer una escena y me susurró: 'Tony, deja la pistola en casa' . Después de tantos años llevando un arma, ni siquiera me di cuenta de que la tenía conmigo».