Isabel Coixet: «Ver tanta serie no es bueno, no nos hace mejores espectadores»
La cineasta catalana estrena «Nieva en Benidorm», un particular «thriller» con grandes dosis de extraño romanticismo
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Iniciar sesiónHabla Isabel Coixet con esa misma pausa que maneja en sus películas. Una calma que contrasta con la hiperactividad con la que saca adelante proyecto tras proyecto: en apenas dos años ha lanzado una película para Netflix («Elisa y Marcela»), una serie para HBO (« ... Foodie Love») y hasta una serie de cortos patrocinados por una eléctrica. Ahora regresa a la pantalla grande con «Nieva en Benidorm» , su sitio natural, ese que le dio el Goya a mejor película, dirección y guion por «La librería» (2017).
Ni la pandemia la pudo frenar . Apenas había terminado de rodar cuando el virus paró todo. Así que el montaje de «Nieva en Benidorm» se lo llevó a casa durante el confinamiento. Y, por fin, una pausa. «Nos hemos pasado meses en casa viendo todo, pero a mí no me ha servido mucho, la verdad», recuerda. «Creo que todos estos meses hemos mirado las cosas como una vía de escape, que me parece bien, cuidado, soy la primera que va al cine a ver películas para evadirme. Pero las películas buenas te devuelven cosas de tu vida... Hemos visto todo con un afán omnívoro».
Y reflexiona durante la entrevista con ABC sobre cómo las plataformas han canibalizado todo: «Sabe qué pasa: cuando ves tantas cosas unas anulan a las otras: “Esta serie está muy bien, y esta también...” y ya has olvidado la anterior. Ver tanto no es bueno, no nos hace mejores espectadores. Es esta cosa constante de “he acabado una serie, tengo que ver otra”», apunta, casi dispuesta para sentenciar su alegato en defensa de las grandes historias que encuentran su cobijo frente al proyector: «Cuando pude, fui [al cine] porque estaba harta de que todo fuera tan clarito, de que todo lo contaran para que lo entendiera todo el mundo. Si lo bueno del cine, del teatro, de la danza, de la literatura es que alguien te presente un puzle y tú montes las piezas en tu cabeza ».
Mirar arriba
Ambiciosa como pocos cineastas en España -sin la connotación de poder o avaricia-, Isabel Coixet nunca se censuró a la hora de buscar estrellas internacionales para sus proyectos. A sus órdenes han estado nombres como Emily Mortimer, Bill Nighy, Juliette Binoche, Ben Kingsley, Sophie Turner, Tim Robbins o Mark Ruffalo, entre tantos otros, a los que ahora suma a Timothy Spall y Sarita Choudhury. Para él, todavía perseguido por la sombra del «Colagusano» que interpretaba en « Harry Potter », Coixet dibuja un personaje tan perdido por las calles de Benidorm como segura de sí misma parece Sarita Choudhury . Que el nombre no confunda: es más inglesa que el «fish and chips» y se ríe cuando se le pregunta por el Brexit en la visita que ha hecho a España para acompañar a la directora.
Tim y Sarita pasean por la localidad alicantina tratando de buscar al hermano desaparecido de él, que a su vez parece ser el jefe de ella, y terminan por encontrarse el uno al otro. Una historia de protagonistas maduros, alejados de los prototipos que tantas veces venden los grandes pósteres de la cartelera. «Me sale natural hacer películas con gente madura» , lanza como un breve apunte antes de reflexionar sobre los personajes veteranos en los guiones: «No echo de menos en el cine que haya personajes más maduros. Lo que echo en falta son buenos personajes, interesantes, complejos, que no me lo cuenten todo, que digan cosas que no me den en la cabeza con el martillo de lo que el director quiere», desgrana. «Soy una mujer de la edad de Timothy y sí que quería enseñar una cosa: una mujer que no se excusa por lo que es y por lo que hace, que no tiene que dar explicaciones», apunta para describir el personaje de Sarita, una empresaria de la noche llamada Alex que, de vez en cuando, y solo cuando le apetece, se sube al escenario de su «burlesque» para demostrar que a sus 54 años conserva todo el atractivo que la actriz ya mostró en «Un crimen perfecto», allá por 1998.
Sabe Coixet que con Alex ha escrito un personaje particular, alejado de esos estereotipos que tanto le gusta romper: «Hay muchos prototipos femeninos en el cine, pero todos están teñidos de “mira, voy a contarte cómo es una mujer”. Hay como un rediscurso del prototipo de mujer que a mí personalmente me saca. ¿De dónde viene el personaje de Alex? No lo sabemos, hace lo que hace porque le divierte. Eso sí me gusta: alguien menos “arg”. Me sobran los estereotipos en el mundo y, si tiene cincuenta años, como si tiene veinte, mientras sea interesante y compleja me parece bien».
Brexit en Benidorm
Para tan particular romance, Coixet eligió Benidorm. A priori, confiesa, un lugar que invita poco a la calma de este encuentro. Pero toma a toma empezó a encontrar la magia en una ciudad que es mucho más que lo que aparece en los catálogos de viajes y lo que muestran los matinales de las cadenas de televisión. Solo enturbia la imagen en esas pocas calles donde los ingleses han colonizado las esquinas, importando hasta los taburetes de los pubs. «Si hay una cosa que no puedo sorportar es la reproducción de los ritos más ridículos por todo el mundo, como esas despedidas de soltera que organizan», critica a carcajadas la directora, que sabe que está en un momento dulce. Por eso se ha permitido salpicar el guion de «puyas» contra el Brexit, o de hacer un homenaje -casi- explícito a Tarantino con una surrealista escena de Pedro Casablanc convertido en carnicero mafioso , o incluso recordar a su querido Bigas Luna de «Huevos de oro». Dirige lo que quiere como dice lo que le place, aunque enfade a los incendiados de uno y otro lado. «Hay una serie de cineastas que por h o por b nos preguntan cosas, y cuando sé la respuesta, o sé lo que siento, lo digo. Creo que mi gran meta en la vida es ser lo más libre que pueda, porque eso es lo que me pone contenta», ratifica.
Y tiene motivos: este 2020 recogió el premio Nacional de Cine y ha logrado estrenar tras un año en el que las salas han estado cerradas. No le preocupa -lo dice con la boca algo pequeña- la carrera por los premios, solo que se pueda ver en cines este «Nieva en Benidorm». Por algo confiesa, y lo dice como una promesa más que como un aforismo, que «valora más estar contenta que ser feliz» . Una frase que quizá no sirva para resumir su filmografía, pero sí dibuja en dos líneas un retrato perfecto de su autora.
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