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Gonzalo Suárez: «La vida son asaltos de tanteo, vas viendo qué excesos te convienen más»

El cineasta asturiano, de 87 años, acaba de recibir en el festival de Gijón un premio al conjunto de su carrera

Gonzalo Suárez, tras recibir el premio Isaac Rivero EFE
Federico Marín Bellón

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Gonzalo Suárez no deja de pedalear, a los 87 años, «por aquello de no pararse, por si te caes». Ayer recibió el premio Isaac del Rivero en el festival de Gijón , un reconocimiento más al conjunto de una carrera única, que se resiste a terminar. «Si llegas a la meta y acabas, ganes o pierdas, ¿qué haces al día siguiente? Yo estoy más perdido que nunca, así que tengo muchas esperanzas de durar». Lo de los reconocimientos le resulta «un poco estresante, porque te rompe los esquemas». Como Carlos Saura , más viejo que él, Suárez es un artista en activo y también acaba de estrenar película, 'Alas de tiniebla', una historia de diez minutos inspirada en un cuento de su hija Anne-Heléne .

'Remando al viento' es su título más premiado, Goya incluido, aunque él habla más de 'Epílogo' y 'Ditirambo' y de las causas y azares que lo llevaron del periodismo a la literatura y de esta al cine. Es caballero de las Artes y las Letras en Francia y posee el Nacional de Cinematografía en España, admirado por Cortázar y amigo de Peckinpah . No está mal para un muchacho nacido en Oviedo en 1934, que tuvo la suerte de no ir al colegio hasta los diez años, por la guerra.

«Sí, porque mi hermano y yo tuvimos el mejor profesor del mundo, absolutamente vocacional. Mi padre era catedrático de francés. Tenía una cultura muy amplia y sobre todo una vocación de enseñar asombrosa. Incluso llevaba un diario de nosotros, detalladísimo. Nos bombardean, pero él no hablaba de eso, sino de si nos salía un colmillo . Todo quedaba registrado. Tengo toda mi infancia como si hubiera estado chequeado por la Policía. Y luego yo me he convertido en alguien que ya no lleva nunca una agenda ni un reloj y no sé en qué día vivo ni qué hora es».

Pese a todo, su memoria y los cuadernos de su padre son mucho más fiables que registros electrónicos como IMDb y la Wikipedia . En el portal de cine dedican tres líneas a su biografía y se inventan que nació con el nombre de José. En el segundo, en las cuatro líneas en las que resumen su carrera en la versión inglesa pierden una en comentar que hizo de actor para Almodóvar en '¿Qué he hecho yo para merecer esto?'. «En cambio, no comentan que Pedro empezó trabajando con mi mujer, Hélène , en un empleo que le proporcioné cuando todavía hacía cortos y trabajaba en Telefónica. Llevaba las latas con los rollos de los 'spots' publicitarios que hice después de renunciar a 'La colmena'. Trabajé cinco años en anuncios para poder producir 'Epílogo'».

Lo de 'La colmena' ayuda a explicar por qué casi nunca ha dirigido los guiones de otros ni escrito películas ajenas: «Abandoné 'La colmena' después de dos años, por falta de afinidad con el productor, José Luis Dibildos , y con Cela incluso. Hubo un momento en que les devolví el guion y les dije que lo dejaba. Luego él hizo la película y no me firmó en el guion, pero eso es lo de menos. No me encontraba a gusto con la mirada costumbrista . No me va».

Biografía

En ese desapego a la realidad, que traslucen sus películas y sus libros, Suárez sabe que «la historia lineal siempre es falsa» , lo que demuestra en esta entrevista dando saltos como un Cinexin, en los que da gusto seguirlo. Quizá por eso rechazó escribir su autobiografía, aunque se ha visto atrapado en la que prepara una de sus hijas. No piensa ejercer de censor: «No sé lo que sacará. Tiene demasiado para tratar a un padre. Me c omplica que sea mi hija. Es terrorífico ». Es un miedo relativo, porque luego confiesa que en las entrevistas que le hacen prefiere «que estén bien escritas», aunque se tomen sus licencias. «Tampoco hay en juego ninguna cuestión importante y el género es el que me gusta más del periodismo», justifica.

'La suela de mis zapatos', libro de entrevistas y textos deportivos en los que Martín Guirard quedó desenmascarado del todo

Gonzalo Suárez, que ha tenido varias vidas, una de ellas bajo el pseudónimo de Martín Girard , aprovecha aquí para corregir un error habitual de sus 'biógrafos'. « Dicen que fui cronista deportivo y no es verdad. Nunca he hecho una crónica de un partido de fútbol, quizá de boxeo sí. Lo que me gustaba de verdad eran las entrevistas». En este campo destaca el libro 'Con la suela de mis zapatos' (Seix Barral), en el que se recopilan algunos de sus escritos deportivos, un oficio que derivó de los informes que escribía para el Inter de Helenio Herrera . La progresión es asombrosa, aunque él la resume con un elegante pase al hueco. «Helenio me pidió que hiciera una entrevista, gustó mucho en la revista 'Dicen y lean' y a mí eso me apasionó».

Es un camino que, como casi todos, da a parar al cruce del azar: «Todo tiene un mucho de casualidad. Mira un partido de fútbol. El cronista lo cambia todo si el balón entra por milímetros o da en el palo. Cuando has jugado sabes que, incluso jugando mal, puede entrar. La suerte es fundamental, en la vida misma ». Gonzalo corre lanzado por la banda: «Me entra casi un sofocón de pensar que no atrapas el momento. Se acentúa con la edad de forma vertiginosa, no ya porque el tiempo pase más deprisa. El pecado no es acostarte con Margarita, el pecado es decir: tiempo, detente. Se nos va».

Suárez trata de no ponerse nostálgico, aunque confiesa que sí añora a algún productor y no quiere que esta charla termine sin destacar a Joaquín García-Quirós , con el que sacó adelante la película animada 'El sueño de Malinche', hace un par de años.

Deportista no del todo saludable

José Luis Garci decía hace poco que habría cambiado el Oscar por un Mundial de fútbol. «Yo en todo caso elegiría el boxeo, pero también en eso me gustaban los estilistas, casi perdedores. El boxeo tiene un fallo flagrante, que es la decisión a los puntos. Como para evitar eso solo cabe tirar al rival de espaldas, yo era más estilista, como Chaplin , un especialista en el escape ».

«Mi historial de amigos alcohólicos son una lección en ambos sentidos, no necesariamente por el lado negativo»

Gonzalo Suárez

Incluso para hacer deporte, Gonzalo Suárez se ha saltado todas las recomendaciones de la OMS que ha podido, aunque ya ha abandonado el Johnny Walker etiqueta negra y se descuida con menos afán que antes. «Me he pasado al vino. No por prescripción. Para ser sincero, por las noches ya no tomo nada, soy frugal, salvo en alguna celebración, pero a mediodía no tengo límite. Mi historial de amigos alcohólicos son una lección, en ambos sentidos, no necesariamente por el lado negativo. He admirado a personas que tenían adicciones fuertes y que cuando se veían obligados a prescindir, se notaba, se convertían en mayores decrépitos. La vida son asaltos de tanteo. Vas viendo qué excesos te convienen más ».

«Pero no doy consejos», se frena. «El problema de los 87 años es que puedes darlos, pero cada vez sabes menos. No es coquetería. La vida es un instante. Esa percepción de que no hay nada antes ni después es algo que me acucia . Duras más o menos, es un problema de suerte. No tengo fórmulas. Solo que no conviene excederse de una botella como medida. En el ritmo no entro». 

La leyenda de Sam Peckinpah

Entre sus amigos alcohólicos, destaca Sam Peckinpah , por supuesto. Llega a él en otro salto evidentemente mortal, desde su niñez, en la que la imaginación que ha marcado su obra lo salvó de la tristeza de la posguerra. «Desarrollé la imaginación en la biblioteca de mi padre y en el pasillo de casa, soñando historias como alternativa de juego. Solo aspiraba a que el mundo fuera de otra manera».

En el cine echa de menos la emoción que le producían determinados finales de película, como 'La jungla de asfalto'. «Me resisto a decir que eran poéticos para no parecer cursi, pero es la misma impresión de 'El hombre que pudo reinar', otra vez John Huston , un hombre que parece que prefería jugar a las cartas, como Peckinpah en sus últimos tiempos, a estar explicando a los actores. Y sin embargo, cuando el director menos interviene, menos estropea, pero la mirada prevalece . Es un misterio. A veces te esfuerzas en producir un efecto y se te nota. Lo puedes aplicar incluso en cualquier deporte. Cuando se te ve la intención, puede salirte, pero se te ve. Es mejor cuando te vas deslizando, a veces con suerte…». «Con Peckinpah, en alguna película que estuve, terminaba un plano y se venía a jugar a las cartas, hasta que le avisaban para la próxima toma».

Un extraño en el cine español

Suárez no es tan rebelde como su amigo americano, y no por falta de heterodoxia. No en vano lleva casi nueve décadas sin pertenecer a ninguna tribu. «Con el cine español tengo una relación de esta índole. Admiro mucho las buenas películas y a algunos directores, pero no siento afinidad respecto al contexto . Es algo que proviene de la infancia, de ver de otra manera. Y así he permanecido, mientras he podido. Sigo buscando».

Para explicar su desapego a lo moderno, incluidos los móviles, el director de 'El detective y la muerte' cuenta una anécdota. «El teléfono de antaño estaba colgado en el pasillo. Siempre recordaré una frase de don Pío Baroja , cuando alguien fue a verlo, con mucho entusiasmo: 'Don Pío, me han puesto el teléfono'. Mirándolo con desprecio, el escritor respondió: 'O sea, que a ti te tocan un timbre y vas'. Ahora somos eso».

Cuando se le recuerda que él también hizo una serie, 'Los pazos de Ulloa' , en 1984, aprovecha para marcar distancias con los autores de ahora. «Hay series excelentes, pero demuestran una vez más que en el cine, una vez emancipado de la autoría, es igual el director. Las series lo cambian en cada capítulo y son igualmente buenas. Solo algunos tienen una mirada especial, que se nota pero no importa tanto o nada. Técnicamente, la maquinaria supera el criterio de la pincelada última. Por eso la película de 10 minutos que he hecho, 'Alas de tiniebla', es una reivindicación de la pincelada».

Suárez no puede evitar añorar a los grandes, como el citado Huston, a quien «le parecía cursi lo de artista», Orson Welles , al que conoció poco, y Buñuel , al que hizo una «entrevista pirata» que solo «gozó de su beneplácito después de refunfuñar mucho». «Luis era de los que tenían esa intensidad, que no sé en qué consiste. Probablemente soy injusto con los actuales por ignorancia».

Lo importante, insiste, es seguir buscando sin atravesar nunca la línea de meta. «Yo siempre recurro a la metáfora de los libros de aventuras de la infancia, en los que el explorador se abre paso en la selva africana en busca de las fuentes del Nilo. Es una metáfora sexual freudiana y es algo que no descubres nunca, lo cual es bueno, en el sentido de que sigue el trayecto. El juego sigue ».

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