Festival de San Sebastián 2019
«La trinchera infinita», o el lugar donde encerrarse toda la vida
Garaño, Arregi y Goenaga presentan su película sobre la guerra civil vista con los ojos sepultados de un «topo»
Amenábar mete sin miedo la mano en el avispero con «Mientras dure la guerra»
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Iniciar sesiónYa con la trinchera abierta por Amenábar y «Mientras dure la guerra», llegó otra película española a la competición del Festival de San Sebatián, «La trinchera infinita», también sobre la guerra civil, ese viejo asunto que resulta más molesto que un hielo en ... la espalda. Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga, autores de películas como «Loreak» y «Handía», cuentan una historia larga por dentro y por fuera, dos horas y media y más tres décadas, de una pareja de recién casados cuando estalla la guerra en su pequeño pueblo andaluz y comienzan a husmearse entre los vecinos para denunciar y «pasear» a los de enfrente. Higinio y Rosa están en el lugar equivocado, pues él es un republicano en la zona «liberada», mientras que ella, más monda y lironda de ideología, se convierte en daño colateral: A Higinio lo buscan para matarlo y se esconde en un agujero de la casa y ella le da la cobertura que precisa y durante el tiempo que lo precise. Lo que se llamó «un topo», figura tristemente habitual durante la guerra, la postguerra y lo que se le quiera colgar.
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Hay mucho movimiento y tensión en sus primeras secuencias , con los chivateos, las persecuciones, las muertes y los afanes de supervivencia, y luego se para (el movimiento, no la tensión) y la película se queda clavada en el zulo, y se pretende contar la vida allí dentro y allí fuera, dos tiempos que corren a distinta velocidad, y todo el peso de lo que quieren decir los directores recae en Antonio de la Torre y en Belén Cuesta con el paso y el poso interior de sus personajes y el inevitable «la vida sigue», y sigue, y sigue…, hasta el punto de que uno teme que la historia se vaya a dar de bruces con un episodio de «Cuéntame». Aunque hay momentos y sentimientos que se expresan más de una vez, todos ellos contienen su sentido y su sensibilidad, y están muy bien trabajados en la imagen (tan asfixiante) y en las interpretaciones de esos dos caracteres universales movidos por el miedo, la precaución, el disimulo y la cabeza que da las vueltas que el cuerpo no puede. En una película tan larga y densa , los mensajes son incontables y de todo tipo, y algunos con la lija suficiente para raspar conceptos como «odio obsesivo», «reconciliación» o «nuevas generaciones». Sin duda, la película pesa e incluso se entiende mal a los actores y su acento, pero probablemente tiene que hacerlo para contarse en toda su complejidad. Gustó muchísimo aquí y recibió el primer premio que se otorga, el de un sonoro aplauso.
Otras películas del día
Aparte de películas españolas sobre la guerra civil, la Sección Oficial contiene algunas otras, como la francoalemana «La audición», de Ina Weisse, de la que se sale con las orejas como el señor Spock de oír los chirridos de violín. La protagonista (Nina Hoss) es violinista y profesora muy alemana que somete a gran presión a su alumno, un chiquillo virtuoso, también a su hijo pequeño, que mira el violín como si fuera una rata muerta, a su paciente marido y a su también paciente amante. Es muy sutil en la cosas terribles y amargas que sugiere, pero lo que uno saca de ella son las ganas de ir corriendo a comprarse un tambor.
Y dos títulos más, digamos, exóticos, uno chino y tibetano, «Lhamo y Skalbe», de Sonthar Gyal, y otro de Kazajistán, «A dark-dark man», de Adilkhan Yerzhanov. El primero era un drama rural de pareja, con dos personajes sin la menor maldad que tienen que afrontar unos pintorescos problemas para poder casarse. No te llega a decir grandes cosas, pero resulta conmovedor como se dejan escuchar algunas pequeñas. En cuanto a la de Kazajistán, solo puedo confesar que no estuve a su altura : la intriga daba risa y las supuestas gracias daban pena. En la sinopsis se habla de niños asesinados y de una investigación para aclarar los crímenes en la que se entromete una periodista. Y puede ser que la cosa sea así, pero ante la pantalla lo único que uno ve son personajes deslavazados y situaciones chocantes e indescifrables.
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