Ir al cine por primera vez (de nuevo)

Había nervios. La primera vez, aunque sea una primera vez de algo que se lleva haciendo años, siempre impresiona. Lo cuenta Esther detrás del cristal de la taquilla de los Renoir Princesa , en Madrid. Está protegida por mascarilla y guantes y le separa una silla de su compañera de habitáculo, Isabel. Las dos han despachado las primeras entradas para la sesión de las cuatro de la tarde. La mayoría de estos tickets los han comprado hombres de más de cuarenta años que han acudido solos a la sala. Uno de ellos pregunta por los habituales folios donde se diseccionan las películas en cartel. «Los hemos quitado, de momento no se van a poner», le explica Isabel. El hombre, decepcionado, no quería los papeles por filia o coleccionismo: «No vengo con una película en la cabeza, miro y veo la que me llama la atención», dice remarcando la distancia social mientras sale a la puerta y repasa los carteles con el móvil en la mano dispuesto a elegir «a lo moderno».

«Igual que el 13 de marzo se marcó un hito con el cierre total, algo que pensamos que no iba a pasar nunca, hoy pasa a ser un día especial porque es cuando volvemos a tener los cines abiertos », cuenta Javier Saura, responsable de los cines Yelmo . Un viernes, el primero con la cartelera renovada , que ha empezado a carburar con la lentitud de una locomotora de la época de los Lumière. «Está muy lejos de ser un buen día de taquilla », lamenta Saura, que apunta a la falta de «blockbusters» y al buen tiempo como «enemigos» de este sosegado retorno a la butaca. «Junio históricamente es un mes malo con la apertura de las piscinas, todavía no hay vacaciones... Prefiero esperar a julio, a ver si se animan los espectadores con los grandes títulos y se recuperan las cifras esperadas», señala.

La primera sesión de la «nueva normalidad» no va a dar grandes alegrías. «De momento han entrado cuatro gatos. Un viernes a estas horas...», dice Verónica, que controla el acceso a las salas de los Renoir desde hace diez años. Algo ha cambiado este primer día: las nuevas entradas ya no se cortan como antes, ahora las lee con una pistola que dispara sobre un código de barras .

Desde las taquillas de los Cines Paz también califican este primer día de «flojete». Lo cuenta Carolina Góngora justo al finalizar la primera sesión de su historia post Covid, a la que han acudido las que definen como sus «entusiastas». «Incluso nos habían escrito e-mails que nos decían: “Vuestras espectadoras del Paz queremos ser las primeras”», cuenta la empleada.

Esas «entusiastas», las «señoras mayores que van al cine», como las definió no sin polémica Álex de la Iglesia hace unos años, han apostado en su vuelta al cine, según cuenta Carolina, por «Invisibles», de Gracia Querejeta , una cinta que se estrenó para desgracia de sus productores la semana antes del estado de alarma . María apenas ha cumplido los treinta, pero quería ver también la de Gracia Quejereta. Llegó tarde a los Renoir Plaza de España, donde empezaba la proyección a las 15:30, así que ahora mira en el de la Plaza de los Cubos una segunda opción. Tras un rato investigando con el móvil en la puerta, se acerca a la taquilla: «Me he animado por “El plan”, de Raúl Arévalo . Me daba un poco igual ya, lo que quería era volver a la rutina de venir al cine», cuenta camino de una sala, la 8, donde solo están ella en la fila 4 y otra persona en la 6. Eso sí es disfrutar de una pantalla grande como en el salón de casa.

Los únicos chavales que rondan por una Plaza de los Cubos que se derrite a más de 30 grados son un grupo de chicos que acaban de cumplir los 18 años. Están en el enclave del cine de autor en el centro de la capital, pero no sabían ni que era el primer día de cines abiertos : comían en la zona y han querido combatir la peor hora de calor al fresco de la sala refrigerada. Carlos, Rubén y Chen han elegido una de terror, «La posesión de Mary» , y cuentan que les apetecía volver al cine (con más entusiasmo Carlos, que estudia animación) después de unos meses «viendo las películas en casa y hablando por videollamada».

¿Y palomitas? «El público de primera sesión no es de los de comer en el cine. A ver qué tal la sesión de noche, cuando lleguen los jóvenes», cuentan desde el Paz. En la primera sesión de los Renoir, tan solo se vendió un cubo en media hora, algo que agradece con enorme sonrisa Yudis Maris, más nerviosa que si fuera suya la película que se estrena. Es su primer día de trabajo. «Debuta» en el cine como limpiadora. Antes trabajaba como cocinera y los nuevos protocolos de limpieza de los cines le han abierto una nueva salida. Además de incrementar la frecuencia de limpieza y desinfección, el protocolo incentiva la compra online , la colocación de carteles informativos, dispensadores de gel hidroalcohólico y mamparas, así como la reducción del aforo de cada sala .

La vuelta a la rutina, aunque sea la de disfrutar del ocio en la «nueva normalidad», siempre cuesta, pero los amantes del cine no podían esperar más para disfrutar de nuevo del placer de ver una película en la pantalla grande . Una actividad que, además, ayuda a la economía: según la Federación de Cines de España (FECE), su actividad aporta el 0,17% del empleo en nuestro país, y su contribución fiscal a las arcas públicas supera los 400 millones de euros anuales.