Charlotte Gainsbourg: «Es triste tener miedo a ser malentendido al hablar de género, color de piel, sexo...»
Hija de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, la actriz estrena 'Pasajeros en la noche'

Flequillo abierto, voz grave y pop en las venas. También cierta insurrección, que le viene de casta. Charlotte Gainsbourg tiene una pizca de Serge Gainsbourg y otra de Jane Birkin , su rebeldía y belleza, aunque asegura que carece de su genio y ... encanto. Nació siendo famosa pero siempre a la sombra de sus padres, dos mitos de la cultura gala. Ser hija de tan noble estirpe fue orgullo y también castigo para la actriz y cantante, que debutó en el cine y la música de su mano, con menos de quince años. «No estaría aquí si no fuera por mis padres, pero es una maldición cuando los admiras demasiado, cuando piensas que no eres lo suficientemente buena», reconoce.
Musa de Lars von Trier, Charlotte Gainsbourg afirma en inglés y duda en francés pero casi nunca calla, aunque lo que diga moleste. «Me parece triste que la gente no pueda ser valiente», asegura. Consciente del poder del cine y la música, por los que supo que su padre la quería y pudo decirle lo propio a su madre, reivindica el arte como terapia, única salida para decir lo que tantas veces, por fuerza, no puede: «Aunque suene estúpido, como el arte es tan exigente te obliga a ir contra tu timidez», admite la actriz, que estrena en España ‘Pasajeros de la noche’.
–¿Ser hija de dos maestros ha sido una bendición o una maldición?
–Ha sido una bendición porque tengo dos padres que se han querido y porque admiro lo que han hecho. Estoy orgullosa de ser su hija. También me ayudaron a empezar, mi padre me hizo cantar y mi madre me sugirió que fuera a hacer una prueba de 'casting' cuando tenía 12 años. No estaría aquí si no fuera por mis padres, pero es una maldición cuando los admiras demasiado, cuando piensas que no eres lo suficientemente bueno, que no eres tan digno como ellos. Es difícil. He tenido que pasar por eso porque mis padres son quienes son. No tengo el genio de mi padre, no tengo el encanto ni el físico de mi madre. Ni su voz. Así que es complicado. Cuando empecé en este mundo no era consciente de quiénes eran mis padres, solo era su hija. No entendía del todo lo mucho que los respetaba la gente. Era muy inocente. Fue después cuando se complicó, cuando me empecé a preguntar si yo era suficiente.
–El año pasado debutó como directora con ‘Jane by Charlotte’ y se atrevió a decirle a su madre todo lo que había callado. ¿Sirve el cine como terapia?
–Sí, no es la única razón de ser del cine, pero sirve un poco para eso. Hay un lado artístico, pero el cine es terapéutico sin duda, porque yo cuando hice mi documental, realmente entendí que podía decirle a mi madre que la quería gracias a la cámara. Podía decírselo al oído porque la estaba filmando. Necesitaba decirle cosas que no podría haberle dicho cara a cara sin una cámara. Y cuando hice esto, me di cuenta de que mi padre hizo exactamente lo mismo conmigo. Escribió una canción llamada ‘Lemon Incest’, que fue muy chocante, pero la canción no es sobre el incesto físico sino sobre el amor de un padre por su hija y al revés, de su hija por su padre. Aunque suene un poco estúpido, como el arte es tan exigente te obliga a ir contra tu timidez.
–¿Cómo de importante es el arte en la actualidad?
–Es muy importante pero el cine también es una industria, así que eso es lo malo, no es una forma de arte con toda la libertad que podría dar el arte. Es decir, cuando haces un cuadro, puedes expresarte sin tratar de complacer a una multitud, pero con una película el objetivo es intentar complacer al público. Me parece que cada vez que alguien quiere decir algo, tenga miedo de que ser malentendido o haber dicho algo equivocado. Ahora hay que tener cuidado con el género, con el color de la piel, con el sexo.
–Hablando de sexo, ¿sería posible hacer hoy 'Nymphomaniac'?
–Hoy en día no se podría filmar ‘Nymphomaniac’ de la misma manera, porque ahora tienes coordinadores de intimidad en el plató para ayudarte con las escenas sexuales. No tenía ni idea de que esto existía, pero cuando yo cuando acepto una película sé a dónde voy. Nadie te obliga a hacer una película. Las escenas de sexo a veces son embarazosas, por supuesto, pero sabes lo que estás haciendo. No hay abuso. Ahora hay que tener cuidado porque podría haber un abuso, nos volvemos más cautelosos, tanto que todo el mundo tiene miedo y ya nadie quiere hablar. Me parece que la gente no pueda ser valiente.
–¿En lugar de liberar, ciertos movimientos sociales han restringido?
–A veces la gente es juzgada por cosas que deberían estar en un tribunal. Si han hecho un crimen deberían ser juzgados en un tribunal, pero todas estas precauciones que se toman para lo que decimos... Incluso hablando contigo ahora pienso, bueno, si lo llevo a algún extremo, debería releer mi respuesta para asegurarme de haber sido supereducado y no lamentarme: 'Oh, mierda, he dicho algo del color de su piel'. Mi familia y yo hemos vivido seis años en Nueva York, así que mis hijos se han criado en la cultura americana cuando todos estos movimientos, como el MeToo, estaban comenzando. Es genial que todas estas discusiones estén abiertas, pero puedo ver que mis hijos se han criado en otro mundo, se escandalizan por cosas que a mí no me escandalizan. ¿Qué mundo es mejor? No lo sé. Cuando yo era adolescente, había cosas que estaban mal, como la actitud y el lenguaje del algunos hombres, que era abusivo. Hay cosas que, gracias a Dios están cambiando, pero tener miedo a expresarte es realmente triste.
–¿Es la corrección política una condena?
–Creo que mientras no sea un delito, la gente debería ser libre de expresarse. Las reacciones son tan extremas hoy en día que no sé qué es peligroso y qué no lo es. Me encantaría decir que el arte debería existir en todas sus formas, debería ser impactante. La libertad de expresión es algo muy importante. Pero el cine es una industria. Me encanta que siga habiendo humor, que la gente pueda seguir siendo escandalosa y provocadora, pero siento que es mucho más fácil para un pintor.
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