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Carlos Saura: «Siempre he hecho lo que he querido. Solo hago caso a los que tienen razón»

Dirige a sus 91 años el documental ‘Las paredes hablan’, en el que recorre la historia del arte

El cineasta Carlos Saura
Fernando Muñoz

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«Estoy vivo, que ya es mucho», responde de primeras Carlos Saura , quien a sus 91 años tiene el arrojo para cargar de ironía las respuestas sobre su salud, esa que le ha dado demasiados sustos últimamente. «Por suerte todo en relativo desorden», remata tras la lista de achaques que, en realidad, son propios de la edad. Lo que parece insólito es su capacidad para no cansarse de mirar el mundo a través de un objetivo. Hoy estrena su último trabajo, ‘Las paredes hablan’ , un documental que coescribe, dirige y protagoniza y en el que recorre la historia del arte, desde las pinturas rupestres de Atapuerca o Chauvet Pont d’Arc hasta los grafitis que hoy se extienden por las paredes de medio mundo. Y, con la excusa del arte, habla del ser humano rodeado de figuras como Juan Luis Arsuaga, Miquel Barceló, Anna Dimitrova o el grafitero Suso33.

—¿La edad ha tenido que ver para que haya decidido fijarse en la evolución a través del arte?

—Es un proyecto que me trajo José Morillas, guionista del documental. Siempre me ha fascinado el arte y el hombre y su evolución. De pequeño me castigaban por ser darwinista en el colegio de monjas, la maestra me dijo un día: «A ver, Saura, ¿usted de verdad cree que el hombre viene del mono?». Y yo le dije: «Y de mucho más allá». Y me sacó de clase. Desde que me llegó el proyecto me pareció precioso, en un principio estaba más centrado en los orígenes del arte y poco a poco lo hemos ido evolucionando hasta el resultado final, con el que estamos muy contentos. No ha sido un tema de edad, ha sido un tema de azar y necesidad, ha llegado el proyecto adecuado en el momento adecuado.

—Miquel Barceló dice que la «progresión del arte es una estafa». ¿En el cine también vamos hacia atrás? ¿Eran más modernos en los años 70 que ahora?

—Son tiempos diferentes, ahora con la tecnología podemos hacer cosas que hace unos años eran inimaginables, y eso es fascinante. Ahora cualquiera con un móvil y una buena historia podría hacer una película, el tema es: ¿dónde están las buenas historias? Creo que eso sí es algo que ahora es más complicado de encontrar, quizás por la sobresaturación de contenido, quizás porque la moda ahora es otra y ya no interesan tanto las historias que te hacen pensar, reflexionar, ahora por lo general el cine es más básico.

—¿Qué ha aprendido usted de este viaje en la pintura para el cine?

—Yo siempre digo y me repito que el cine es el arte total porque aúna todas las artes que me gustan: pintura, música, fotografía y literatura. Sin duda la pintura es parte de la esencia del cine y es algo esencial en nuestras vidas, mucho más de lo que creemos.

—Entre algunas de esas pinturas que usted ha visitado en las cuevas hay una distancia temporal de casi 30.000 años... ¿Puede imaginar qué será del cine, de la imagen, dentro no ya de 30.000 sino de 300 años...?

—No, ni me interesa. Creo que hay que vivir el presente y proyectarse hacia el futuro pero tampoco preocuparse mucho del «qué vendrá» porque si no, no vives. Lo importante es estar aquí y mantenerse activo, lo que tenga que pasar, pasará, puede venir mañana un meteorito y adiós a todo.

«He hecho más de 50 películas y siempre he hecho lo que he querido. Solo hago caso a los que tienen razón»

—¿Lo resistirá también el nombre de los cineastas?

—Pues yo creo que pasará como todo, resistirán solo algunos, como ha pasado en la pintura o en la música. El lógico que las nuevas generaciones tomen el relevo y el impulso y que con el paso del tiempo vayan quedando sólo algunos.

—En los últimos años, está más centrado en la fotografía, la pintura... ¿Se cansó Saura del cine?

—En absoluto, pero ahora es mucho más difícil hacer películas que antes, me refiero a hacer las películas que yo quiero hacer. Ahora prima el cine comercial, el cine de plataformas y para televisión, y el cine que a mí me interesa cuesta mucho de financiar, pero tengo varios proyectos de ficción que espero poder hacer este año. Por otro lado, tengo la suerte de poder trabajar en lo que más me gusta que es en crear y estos últimos años han sido muy buenos porque he podido trabajar en proyectos muy diversos como este documental, teatro, he dirigido una ópera, he hecho exposiciones.

—Pregunta a alguno de los invitados si el arte por el arte existe, pero creo que en el documental usted no la responde: ¿qué opina del «arte por el arte»?

—Que es arte, que es la pulsión del ser humano y que es parte de su esencia.

—Hablan de si eran autodidactas los pintores de las cuevas y también los grafiteros... ¿Es más libre el arte individual que un arte como el cine, que es colectivo?

—Depende de cómo lo enfoques, el cine es más colectivo porque necesitas un gran equipo, pero al final la decisión y la responsabilidad es de uno que es del director, por lo que no deja de ser un arte también individual, tal y como yo lo entiendo. He hecho más de 50 películas y siempre he hecho lo que he querido, por supuesto escucho todas las opiniones, pero al final solo hago caso a los que creo que tienen la razón.

—Juan Luis Arsuaga habla de que el primer gran descubrimiento de la mente es descubrir que nos vamos a morir. ¿Cuánto influye ese conocimiento de que la vida es finita en la creación artística?

—Es esencial para todo, para la vida, para el trabajo, para el amor, para el arte, es algo que nos condiciona como ser humano.

—¿Hablan las paredes o es que el mundo escucha poco?

—Hay un poco de las dos. Las paredes hablan, son reflejo de la vida, testigos del paso del tiempo, pero hay que pararse y escucharlas, y eso en la actualidad es complicado porque parece que todos vamos con prisa, que todo es para ya, y a veces pasamos por alto cosas fascinantes.

—¿Ha pensado alguna vez en dejar de dirigir?

—No, y seguiré haciendo cine hasta que pueda, es una parte esencial de mi vida.

—¿Ha ido a rodar todos los planos de los grafitis que salen? ¿De dónde saca la energía?

—Sí, he ido a todo menos a una de las cuevas que por seguridad me tuve que quedar fuera. Ha sido un rodaje precioso, hemos disfrutado mucho. Tengo la suerte de hacer lo que me apasiona rodeado de un equipo extraordinario eso es lo que me mantiene activo.

—El documental se habla mucho de «La necesidad de expresarse», del «impulso». ¿Le ha quedado algo por decir en el cine, en el arte?

—Muchas cosas, tengo muchísimos proyectos que no se han hecho y que nunca se harán, otros muchos que por suerte sí, y otros tantos que están en el aire. El impulso de crear es infinito.

—Y a este respecto, ¿cómo alimenta ese impulso que le lleva a seguir dirigiendo?

—Haciendo lo que más me gusta, dedicándome a lo que me apasiona que es el cine y el arte, la fotografía, escuchando música, viendo películas de todo tipo, paseando por mi jardín...

—Es un hombre pegado a una cámara, ¿cambia el mundo visto con una cámara?

—Sí cambia porque hay una cosa que muy pocas veces pensamos y es que cuando aprietas el obturador ya es el pasado, ese instante ya no va a existir nunca más que en tu fotografía y eso es fascinante.

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