«50 primaveras»: El abismo de la edad da para broma
El nuevo trabajo de Blandine Lenoir plantea con gracia el tránsito de la juventud a la madurez de la mujer adulta
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Iniciar sesiónLa consabida dificultad para alzar el mentón y mirar a los ojos a la adversidad deriva con frecuencia en movimientos esquivos sin otra meta que escapar del mal trago. Ocurre a diario, en situaciones tan banales como esa llamada de teléfono que el ... sujeto opta por no contestar, y alcanzando el punto álgido en tragedias siderales que evitamos hasta que hacerles frente resulta inevitable. Es en este tipo de envites cuando el humor emerge como salvaguarda de excepción , endulzando un trago que, entonces sí, desciende por el esófago recubierto de edulcorante.
En «50 primaveras», la directora y actriz Blandine Lenoir plantea una situación escamosa pero ciertamente tibia, pues no deja de ser un asunto cargado de subjetividad cuyo peso oscilará en función de la mentalidad de quien lo cargue. La barrera del medio siglo de edad, concretamente en la mujer, y representado con gracia por Agnès Jaoui –que partía con la ventaja de haberla superado en 2014–, es el nudo que Lenoir tratará de ajustar en la garganta de cada fémina que ponga pie en una sala de cine en la que se proyecte su nuevo trabajo. Ahora bien: la gracieta aprieta, pero no ahoga .
«El humor permite abordar cosas muy serias sin que sea algo deprimente; da gusto poder reír ante las cosas que nos hacen sufrir », justifica la responsable del filme, sentada junto a Jaoui con ABC. El éxito que la película ha cosechado en Francia invita a pensar que podría repetirse en España, país que acostumbra a abrazar las comedias que le ayudan a digerir el cine sin excesivos sudores. La directora corrobora que «es lo que funciona» , además del hecho de que mucha gente se haya podido reconocer en la cinta. «Incluso a un hombre joven le ayudará cambiar su perspectiva», interviene la protagonista.
«En el cine francés las mujeres son esencialmente objetos de deseo»
La motivación de Lenoir para tratar el proceso de asimilación y aceptación de la realidad de la mujer madura –que de ningún modo tiene que aparecer necesariamente en todas y cada una de las mujeres, pero sí en la que ella retrata y, según entiende, también en muchas otras– bebe de su concepción del cine francés. Allí, dice, «las mujeres son esencialmente objetos de deseo, por lo que suelen tener, como mucho, 35 años, y siempre actúan en papeles pequeños». Del mismo modo, explica que solo hay «entre un 10 y un 17 por ciento de realizadoras femeninas». «Yo hago como mis colegas masculinos: ellos filman sobre hombres y yo sobre mujeres» , completa la cineasta.
Víctima
Jaoui, sobre quien proyectó sus ideas, apunta a hechos como el adiós a los hijos que vuelan del nido, al descenso en el número de miradas provenientes de los hombres o a las escasas oportunidades para encontrar un trabajo a partir de cierta edad como detonantes de la situación que sufre en la película. Con todo ello, presume de haber compuesto a un personaje que lejos de ser «una víctima quejica», decide seguir disfrutando de su vida .
Aunque «50 primaveras» es su segunda película como directora –estrenó «Zouzou» en 2012–, a Lenoir le basta para saber qué camino quiere seguir de aquí en adelante. «Me siento mejor situada para contar una historia de una mujer que la de un hombre negro y homosexual», sintetiza. Cuando se le pregunta por el mensaje oculto tras su creación, no le da tiempo a pestañear antes de responder: «Las mujeres de 50 años son tan interesantes como cualquier otro personaje de cualquier edad» . Está bien que lo sepa: los siete años que le quedan para cumplirlos serán muchos más llevaderos.
«50 primaveras»: El abismo de la edad da para broma
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