Luis Zahera: «Prefiero que se trate a los animales como a bebés antes que volver a la crueldad»
Rodada en Galicia, el actor protagoniza la comedia rural dirigida por Víctor García León, con un guion cuidado que combina la vida en el campo con el lujo y la excentricidad de las tiendas de mascotas
Carmen Burné
Luis Zahera es uno de esos actores que parecen tallados para el drama. Su mirada, su voz, su presencia escénica han dado vida a personajes intensos, turbios, inolvidables. Sin embargo, en 'Animal', su nuevo trabajo como protagonista para Netflix, sorprende con un registro ... completamente diferente: el de la comedia rural, encarnando a Antón, un veterinario de aldea que se enfrenta tanto a animales como a personas con el mismo carácter áspero y entrañable. «Venía de hacer papeles muy dramáticos y aquí me encuentro con algo totalmente diferente», confiesa el actor. «Antón es un veterinario en medio de un cambio de ciclo: el abandono del rural, la nueva manera de relacionarnos con los animales, tratándolos casi como a bebés... Todo eso, mezclado con su carácter áspero, daba mucho juego para la comedia. Y en manos de Víctor García León, que maneja con elegancia este tono de 'grimedia', resultó un disfrute».
Zahera, con ese tono crudo y directo que le caracteriza, no esquiva la comparación con tiempos pasados. Recuerda sin rodeos imágenes de su infancia que hoy resultarían impensables: «Cuando era niño vi auténticas barbaridades. Había tipos que mojaban un gorrión en gasolina, lo prendían y lo echaban a volar. Eso lo llegué a ver. Hoy hay leyes, ha cambiado muchísimo, y claro que vamos a mejor. Entre aquello y el extremo de tratar a los animales como bebés, pues quizá haya un punto medio. Pero, sinceramente, prefiero que se les trate como a bebés antes que volver a la crueldad».
Sus palabras, más allá de la anécdota, dialogan de lleno con el contexto actual en España, marcado por la entrada en vigor en septiembre de 2023 de la nueva Ley de Bienestar Animal. Una normativa que, por primera vez, establece un marco estatal de protección frente al maltrato y al abandono, endurece las sanciones -que pueden llegar hasta los 200.000 euros- e introduce obligaciones concretas para los propietarios, como la identificación obligatoria de perros, gatos y hurones, la prohibición de dejar a un animal solo más de 24 horas o la obligación de realizar cursos formativos antes de adoptar. Es decir, aquella crueldad que Zahera recuerda como práctica común en su niñez hoy sería perseguida penalmente, y a la vez, el debate social se desplaza hacia otro extremo: ¿estamos humanizando demasiado a los animales?
Aunque 'Animal' no se propone como una serie de tesis, Zahera admite que puede abrir preguntas al espectador: «Son capítulos de 23 minutos, muy ágiles, y ojalá aporten algo que nos mejore como personas. Pero no olvidemos que es una comedia. Y la comedia, en el fondo, se alimenta del drama. La gente se ríe de lo mal que lo pasa el personaje. Antón tiene unas características un poco Doctor House: un tipo arisco, lleno de problemas. A uno le sigue otro, y luego otro más. Y lo cómico está en esa concatenación de problemas que nunca se detiene».
Uno de los grandes retos del rodaje fue, como era de esperar, trabajar con animales. Zahera lo recuerda entre la fascinación y la prudencia: «Me impresionó especialmente una cobaya preñada. Tenía unos incisivos que imponían, y cada vez que la manipulábamos parecía advertirme: 'déjame en paz'. Me fascinó cómo un animal tan pequeño podía transmitirte tanto. Fue una lección de respeto».
Más allá de la anécdota, Zahera reconoce que el trabajo con animales en la serie le sirvió como recordatorio de lo frágil que puede ser la línea entre el espectáculo y el respeto por la vida. No era solo cuestión de grabar una escena convincente, sino de hacerlo garantizando que el bienestar del animal estaba por encima de todo. Esa conciencia, añade, enlaza con la sensibilidad que hoy impregna los rodajes: protocolos de seguridad, supervisión veterinaria, tiempos de descanso, todo ello pensado para que lo que antaño se resolvía con improvisación hoy se gestione con rigor. «Antes se hacían barbaridades en rodajes con animales, cosas que ahora mismo serían impensables. En cambio, yo vi cómo se cuidaba hasta el último detalle para que esa cobaya no sufriera lo más mínimo».
Un trabajo que te devuelve a la infancia
Zahera subraya lo divertido que fue rodar: «Trabajar con Lucía Caraballo, que para mí es la próxima promesa del cine español, fue divertidísimo. Con Víctor García, igual. Esta profesión te devuelve a la infancia: vuelves a ser el niño que eras, y la felicidad está ahí. Te cuidan, te llevan, te hacen entrevistas, te tratan como un marajá. Lo nuestro es un privilegio. Lo duro es ser Médicos Sin Fronteras en Palestina, o trabajar en la mina. Eso sí que exige estar hecho de otra pasta. Nosotros, por mucho que un día tengas que cruzar un río de noche con un neopreno, vivimos un oficio cómodo y maravilloso».
La serie también plantea, en clave ligera, una pregunta de fondo: ¿qué lugar ocupan los animales en nuestra sociedad? ¿Son compañeros, miembros de la familia, o siguen siendo parte del engranaje rural y laboral? «Espero que Animal ayude a conciliar esas visiones», responde Zahera. «Toda la vida fue así: convivimos con los caballos, con los perros, con los animales del campo. Creo que todos podemos convivir. Si quieres tratar a tu perro como a un bebé, máximo respeto. Si prefieres mantener una relación profesional, también. Lo importante es convivir en el respeto mutuo. Ese es el verdadero éxito».
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