«El 3-D está bien para el cine épico, fantástico y poco más»
El autor de «El sexto sentido» y «El bosque» presentó en Madrid la fantasía épica para jóvenes «Airbender, el último guerrero»
No es habitual que un director de cine reniegue, o casi, del sistema de filmación de su última película, sobre todo cuando planea rodar dos películas más sobre la misma base argumental, que procede de una serie animada de televisión. M. Night Shyamalan dio ayer una clase magistral sobre la utilización del 3-D, que ve como «una moda» con la que no se imagina rodando un thriller. Simpático, amable y muy inteligente, este Iniesta del celuloide negó sin embargo que en su nuevo filme no se escuche su personalísima voz: «Ofrece un lado diferente de mí. Hay temas que son muy míos, muy reconocibles en mi cine. De hecho, esta película tiene muchos puntos en común con “El protegido”».
El director de origen indio vive en Filadelfia, pero a menudo tiene que cambiar de ecosistema para atender sus obligaciones en Hollywood. Allí se siente «bienvenido, pero más como un invitado que hace una visita que como alguien arraigado. Siempre me dejan hacer todo lo que sale de mi cabeza, pero creo que les gustaría controlar mis pensamientos. Creo que no me conocen; solo lo que ven en los medios de comunicación». Shyamalan añade que tiene «una relación poco habitual con la cultura americana».
En su encuentro con la prensa, desmuestra grandes dotes didácticas y esboza sus teorías sobre la realización audiovisual: «Si vemos una escena de dos hermanos que se pelean en una serie y vemos lo mismo en una película, se percibe de dos maneras muy distintas. En el cine, el punto de vista del autor te lleva hacia él de una manera poderosa. Obliga al público a pensar. En televisión, te lo dan hecho y punto. Por eso el cine tiene muchas más posibilidades de quedar con el espectador. En esto consiste el poder del autor».
Pero fue el 3-D estereofónico el centro de su lección. Escéptico confeso, considera el 3-D «una carga, más aún rodando con niños», aunque se sintió aliviado cuando vio que a Tim Burton también le había costado. «La gente tiene la idea de que en el 3-D tiene que haber
cosas saltando hacia el público constantemente. Yo creo que es al revés, habría que llevarlas hacia atrás. El 3-D está bien para películas épicas, grandes fantasías y poco más».
Una de las características del cine de Shyamalan es la profundidad de campo de sus planos. ¿Supone esta cualidad una ventaja a la hora de planificar las escenas en 3-D? El cineasta ofrece una larga explicación sobre este punto y cita escenas de películas clásicas como ejemplo. «Una de las cosas que más lamento, porque me parece algo perdido, es el arte de trocear el escenario, separar los bloques y luego colocar a los personajes», explica. «En 3-D, esas cosas ayudan. Lo que no ayuda es lo que yo llamo la fluidez de las tomas. No es fácil, por ejemplo, hacer panorámicas. Llega un momento en que se diluyen y se vuelven borrosas». Shyamalan también siente que el 3-D es como un monstruo que necesita ser alimentado. «Es engañoso, necesitas que pase algo todo el rato y que ocurra en ese lenguaje. A veces hay que que forzar la maquinaria», dice.
Por último, niega que haya bajado el nivel para llegar a los jóvenes, si bien admite que su mujer «está muy enfadada», porque ahora sus hijas lo consideran «el ser humano más fabuloso de todos los tiempos, mientras ella hace las tareas del hogar».
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