El secreto de su ceguera

«Nada más llegar le pedí a Lluís que me contara», dice Belén, «porque ya sabía que venía de trabajar con el personaje que hizo para Almodóvar. Me dio el contacto de Marina, una persona que ha trabajado mucho tiempo con la ONCE, y me vino genial. Hablar con personas que han pasado por esa misma situación, que veían y que por un accidente o una enfermedad han perdido la vista, es muy importante. No solo es cómo te mueves, sino qué sientes por dentro. Hay una pérdida y un proceso de negación, de querer seguir siendo la misma y moverte igual que antes, de darte cuenta después de que eso es peligroso para ti…». «Yo al principio me angustié muchísimo», replica Lluís. «Quise hacer la experiencia de pasar el día completo con los ojos cerrados. Fui al gimnasio, al cine, a comer con los amigos… Se te descubre un universo increíble. Valoras un olor, tocar, oír…».

Una de las cosas por la que más orgulloso se siente Morales es por haber mostrado el lado sexy de Belén Rueda. «La gente suele decirme: eres más joven al natural. No es que sea más joven, es que me hacen sufrir mucho en el cine y claro, tengo mala cara. Guillem estaba obsesionado con eso. Había una secuencia en la que le dije: Gillem, que estoy muy guapa, que me acaba de dar un ataque de ceguera. No puede ser. Y él respondía: No, tienes que estar guapa porque eres el objeto de deseo del psicópata». «Era la excusa para ponerle faldas, tacones y escotes y que saliera muy guapa», añade Morales, porque Belén es una mujer muy sexy. Ella preguntaba: ¿pero si me estoy quedando ciega, cómo coy a llevar tacones? No pasa nada. Es cine». «Con el vestuario también queríamos mostrar la fragilidad de ella. Parece que con falda y tacón te puedes romper con mayor facilidad», zanja la actriz.

«Obseso del control, pero como todos los directores», Guillem Morales resume su película como «una versión de “El hombre invisible” contado desde el lado de la víctima, desde un punto de vista psicológico». En efecto, aunque se sabe que hay un villano, es esquivo a los ojos del espectador, no solo de Julia. De momento, la cinta, que en un principio iba a rodarse en inglés, le ha servido a Morales para darse a conocer. «Los ojos de Julia» se ha vendido en numerosos países y ya se habla de un «remake». El nombre de Guillermo del Toro, productor de la cinta, es un aval en cualquier mercado. «Él te da mucha libertad, te respeta las decisiones, pero garantiza que la película vaya a buen término», aclara Guillem sobre el papel de su valedor, que «vio una historia bellísima, según él, que merecía la pena apoyar». «Estoy muy agradecido. Lo quiero con locura y he aprendido mucho con él», asegura el director.

Y Belén, ¿se veía como musa del género de terror?: «Nunca me lo imaginé. “El orfanato” es una película de género, pero era una historia muy cercana, pegada a la tierra. Yo soy muy miedosa... en el cine. En la vida real soy un poquito demasiado atrevida». Lluís Homar, omnipresente en el último cine español, va más lejos: «Yo no paso de “Seven” y “El silencio de los corderos”. Sufro. Mi apariencia me salva, pero soy un miedoso en la vida también. No soy ningún héroe».