Contra el enigma de Erice, el encanto de Kaurismaki y la acidez de Jessica Hausner
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El programa oficial presentó sus últimas películas en competición como las dos muy de época, del siglo XVI 'Firebrand, el juego de la reina', y otra actual y vigente, 'Club Zero'
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Cannes
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Iniciar sesiónAgotada y agotadora la primera semana de festival, se entraba en la segunda con la esperanza de que llegaran pocos, buenos y en orden (títulos, directores, problemas, paseantes de festivales…), pero, como buen lunes que era, ya venía cargado del primer inconveniente: la película de ... Víctor Erice, 'Cerrar los ojos', que se proyectaba a una hora tan tardía que la dejaba fuera de esta crónica. Pero, si el cinéfilo lleva décadas esperando a Víctor Erice, el lector bien puede esperar unas horas. El enigma Erice está a punto de desvelarse, y con él, todos esos 'runrunes' de si debiera esta en la competición oficial, si lo han sacado de ella por algún raro motivo, o si el mandamás Thierry Frémaux tiene algo que ocultar al respecto.
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A cambio de lucubraciones y esperas, el programa oficial presentó sus últimas películas en competición, una completamente atemporal del finlandés Aki Kaurismaki, y dos muy de época, del siglo XVI 'Firebrand, el juego de la reina', y otra muy actual y vigente, 'Club Zero', conectadas, sin embargo, por una animalidad por la que no pasan los siglos.
La del finlandés, titulada 'Las hojas muertas', es como siempre una historia diminuta y de cualquier lugar y tiempo, santificada por esa forma de mirar el mundo de Kaurismaki en la que lo ingenuo es la batería que la hace funcionar. Es más fácil encontrar a un futbolista sin tatuajes que una doblez, una hipocresía, en el cine de Kaurismaki. Pocos personajes, de alma blanca como lencería, y bares nocturnos en los que lo único que se mueve es la música y el alcohol. Dos seres puros, ella reponedora de un supermercado y él, digamos, fijo discontinuo (fijo en la borrachera y discontinuo en la labor) se vislumbran, se encuentran, se atraen, se desconciertan y embrollan… Es un confesado (al final) 'Tiempos modernos' con filtro Kaurismaki, con su amor por y su cruzada contra el alcohol, con su sentido del humor inofensivo, lacónico, a pesar de que la radio siempre hable de la muerte y la guerra en Ucrania. La actriz, Alma Pöysti, es una Paulette Goddard sin pilas pero con chispa, gracia, y él, Jussi Vatanen, es un Charlot sedado pero con igual deje de amargura y fatalidad. Solamente un canalla puede salir decepcionado de una película de Kaurismaki.
Al otro lado del cine está la austríaca Jessica Hausner, directora de 'Club Zero' y con muchas ganas de señalar algunas de las idioteces que ocupan el pensamiento actual, exageradas de un modo 'divertido' y ácido. Su relato se instala en un colegio de élite, al que llega una profesora (Mia Wasikowska) a dar clases de nutrición y equilibrio con nuestra amiga la naturaleza. Empieza con un cartel avisador: la película puede herir los sentimientos de…¿los que tienen por costumbre comer?... Forma un equipo de estudio con unos cuantos colegiales y los induce y ejercita hacia una alimentación saludable, lo que se convierte en la trama de la película: qué hacen, hacia dónde van, como asumen ellos y sus familias algunos evidentes cambios. Las descripciones de ambientes, propósitos y personajes tienen un humor y una seriedad desconcertantes, y ofrece momentos luminosos, divertidos, desastrosos y hasta repugnantes. Hausner se mofa de algunas ideas, entre modernas y cavernícolas, del qué, cuánto y cómo hay que nutrirse, y de lo fácil que es que la idiotez germine, y su fábula anima a un par de necesidades urgentes: no reflexionar mucho sobre ella y comerse rápido un bocata de panceta.
La película británica 'Firebrand', dirigida por Karim Aïnouz, es una arriesgada interpretación de dos personajes históricos, Enrique VIII y su última esposa, Catalina Parr, que interpretan de forma sorprendente Jude Law y Alicia Vikander. En el papel del Rey teníamos ya hecha la composición con Charles Laughton en la película de Alexander Korda ('La vida privada de Enrique VIII') o Robert Shaw en 'Un hombre para la eternidad', pero hay que admitirle a Jude Law que le pone un espejo cóncavo delante y que lo convierte en algo así como Freddy Krueger en las películas de Wess Craven. Qué tipo más cerdo y villano, que Corte más traidora e impresentable; ir a ella y, además, matrimoniar con el sádico era como entrar a la casa de 'El silencio de los corderos'. Pero la protagonista es Catalina Parr, mujer inteligente, avanzada para su época, con dos matrimonios a sus espaldas y que vive de puntillas entre esa chusma peligrosa. El director, Karim Aïnouz, es brasileño y se acerca a esa época convulsa británica tal vez sin mucho rigor, pero con abundante desparpajo histórico, Y deja un retrato afinado y estremecedor de la sexta y última esposa de Enrique VIII, y de él, una imagen para llevar a la lavandería.
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