Suscríbete
Pásate a Premium

Festival de cine de San Sebastián

Tensión política y sexual con 'Soy Nevenka' y estrés vaticano en 'Cónclave'

Icíar Bollaín narra con enorme pulcritud los pormenores de aquel suceso y sin la menor tentación de sacar el relato de la mirada de su protagonista

Una 'Emmanuelle' recia y sin hamaca de mimbre inaugura el Festival de San Sebastián

Ralph Phiennes, en 'Cónclave'
Oti Rodríguez Marchante

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Nevenka Fernández fue concejal de Hacienda en el Ayuntamiento de Ponferrada en 1999 y 2000, y en 2001 denunció por acoso sexual al alcalde, Ismael Álvarez, que fue condenado por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Un caso que le dio al personal para comerse un saco de pipas y para tener de él una opinión de perito experto. Ahora, con guion de Icíar Bollaín y de Isa Campo, se ficciona aquella historia de principio a fin, y se confecciona una película cuyo punto de vista se le ofrece, total y lógicamente, a la víctima.

Desde ella, Nevenka, se narra la historia, cómo se le fue tergiversando el día a día desde la ilusión y el compromiso, al rechazo y al miedo. El argumento nos pone ante la tela de araña que se teje a su alrededor, sus dudas y la soledad con la que afronta las embestidas de todo tipo del alcalde. La actriz, Mireia Oriol, busca el punto entre la ingenuidad y la tenacidad del personaje, y el actor, Urko Olazábal, expresa de modo memorable toda la fogosidad y desprecio que desprende el personaje tal y como lo pinta la película.

La directora narra con enorme pulcritud los pormenores de aquel suceso y sin la menor tentación de sacar el relato de la mirada de Nevenka y profundiza con sensibilidad en el dolor de la víctima y su trayectoria hasta la catarsis. Está bien contada, bien ambientada y bien interpretada, especialmente por el 'mentiroso y despreciable' Urko Olazábal, que consigue dar repelús.

Un nuevo Papa

La competición por la Concha de oro ya carga con este título hasta el final, y también con el otro recién proyectado, 'Cónclave', de Edward Berger, un inteligente y entretenidísimo juego de poder, ambiciones y peligros durante el cónclave para elegir un nuevo Papa. El director propone un argumento lleno de color, intriga y exposición de rituales y caracteres en la reunión de Cardenales durante su aislamiento parala elección. La película vuela entre conspiraciones, revelaciones, dilemas políticos y religiosos, hojas de ruta, zancadillas y posturas contrarias de la Iglesia, y todo ello manifestado de modo plausible y sin perder su conciencia de thriller y un oscuro sentido del humor. Puede ser, naturalmente, una crítica a los niveles altos del Vaticano, pero es más certeramente una reprobación a las pequeñas y grandes indigencias morales del ser humano, a su ambición, codicia, pretensión y falta de escrúpulos. Ralph Fiennes, que conduce la trama, está realmente magnífico, mejor que casi siempre, y el resto de actores ayudan a la película a conectar por completo con el espectador: Stanley Tucci, John Lithgow, Isabella Rossellini, Sergio Castellitto… Y se ofrece un giro final, enrevesado, complicado, polémico y con una notable mala intención o buena conciencia.

Fuera de la competición, y al hilo del Premio Donostia que recibía Cate Blanchett, se proyectó 'Rumours', de Guy Maddin, Evan Johnson y Galen Johnson (estos dos últimos, hermanos que colaboran habitualmente con Maddin). Una historia de arranque ingenioso, centrada en los líderes mundiales en una reunión del G-7 y que enseguida asoma su intención caricaturesca y, lo peor, enseguida también encuentra un terraplén por el que despeñarse entre lo absurdo, lo metafórico y lo grotesco. La presentación de los siete magníficos, con Cate Blanchett, la canciller alemana, al frente, y la guasa en revelarles su personalidad, el somnoliento presidente estadounidense, el presumido e inoperante francés, los justitos italiano y japonés, el mujeriego canadiense…, en fin, una broma que tiene su gracia y que la pierde por el camino hacia no se sabe muy bien dónde. Muy nutrida de actores importantes, hasta el punto de que aparece por ahí plano y medio Alicia Vikander sin que probablemente ni ella misma sepa para qué. Pero, reírse de los políticos y señalar su, en general, insustancialidad, nunca sobra.

Y solo mencionar también la película australiana de animación 'Memorias de un caracol', del brillante ejecutor de 'stop motion' Adam Elliot, que presenta una fábula preciosa, llena de gracia y colmillo, con gran voluntad de desgarro y aún mayor de sorpresa y entretenimiento.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación