Crítica de 'La terra negra' (**): Raíces profundas y hostilidad rural
Morais construye con austeridad un guion digerible y con personajes 'fáciles', aunque incluye momentos de brusquedad inesperada y de reacciones en esos personajes difícilmente armónicas con la lógica
Sergi López: «La mierda de este mundo es que está construido por hombres, pensado por hombres, y sufrido por ellos»
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Iniciar sesiónAmbiente rural, tenso y reseco para un argumento dramático y veteado de intriga en un pueblo hostil y sin atractivos aparentes. La historia transcurre en un molino industrial que llevan dos hermanos (Laia Marull y Andrés Gertrúdix) y desde el que abastecen algunos ganaderos ... y agricultores del pueblo, un negocio que apenas les da para vivir y que heredaron de un padre hosco e inflexible. La trama se alimenta con algo de enigma cuando contratan a alguien desconocido (Sergi López) para que los ayude, y lo que ello influye en la relación entre todos los personajes.
El director es Alberto Morais, que no puede evitar que su historia tenga insinuaciones de dos películas magníficas, 'Raíces profundas', la obra maestra de George Stevens, por la llegada de ese Shane salvador a un terreno de discordia y lucha, y 'As bestas', de Rodrigo Sorogoyen, por lo que supone de conflicto vecinal la presencia de alguien que no es de 'los suyos'. Y, francamente, estas alusiones probablemente no buscadas operan en contra de 'La terra negra', que no aspira (hay que suponer) a provocar ese barro de amoralidad, atropello y bestialidad que tienen esas dos grandes películas.
Morais construye con austeridad un guion digerible y con personajes 'fáciles', aunque incluye momentos de brusquedad inesperada y de reacciones en esos personajes difícilmente armónicas con la lógica más elemental. Es, quizá, el de María (Laia Marull) el único con sentido, comprensible, y el que mejor está explicado por la buena y sincera interpretación de la actriz. Y tiene interés, claro, el personaje del desconocido, aunque se le sugieren (¿?) algunos toques místicos, poderes sin concretar ni explicar que desconciertan y que el actor Sergi López tampoco acaba de tener claros. En cuanto al apartado 'villanos', que nunca es fácil de modelar, queda aquí algo flojo, sin tensión, a pesar de que Abdelatif Hwidar tiene empaque para haber desbordado la tensión.
En todo caso, es una película hacia arriba, que va a más, que construye sus conflictos sin excesiva sutileza pero con un interés progresivo, y que sorprendentemente consigue con su leve crítica a la España vaciada que se elogie a la vez quedarse en ella y salir pitando.
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