Crítica de 'Políticamente incorrectos' (**): Radiografía sarcástica de una campaña electoral
Gonzalo de Castro y Elena Irureta son una burla certera a esos presidentes de partido cuya vida se resume en estar en todas partes sin saber ni dónde están ni qué hacen allí
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Gonzalo de Castro y Elena Irureta en 'Políticamente incorrectos'
Puesto que los últimos años de nuestra política nacional son una caricatura grotesca parece lógico que el cine trate de reflejarla, y esta película parodia y deforma a sus personajes y situaciones de tal modo que deja un retrato gracioso y bastante fiel de los ... defectos de nuestros políticos de cartel y de su generosa contribución al bienestar del pueblo y al progreso de España. El retrato es a varios niveles, el de la alta política (candidatos a… todo), el de los asesores pelotas, el de los jóvenes de partido con hambre voraz y hasta el de la Prensa de canapé y campaña. Y es un acierto de casting el reparto de personajes y actores.
Gonzalo de Castro y Elena Irureta son una burla certera a esos presidentes de partido cuya vida se resume en estar en todas partes sin saber ni dónde están ni qué hacen allí; María Hervás y Raúl Cimas, los adjuntos al 'jefe', espolvorean todos los 'tics' de su cargo con gracia. Y la pareja protagonista, Adriana Torrebejano y Juanlu González, los jóvenes llamados a conectar con 'la gente' en la campaña de las elecciones generales, interpretan algo así como la brújula moral de la nueva política, aunque esa brújula esté completamente desnortada.
El guion de Olatz Arroyo no pretende ir más allá del subrayado de detalles, descripción de gestos, frases, posturas y ridiculeces del político a la caza del voto, e introduce en la historia un juego erótico romántico que podría parecer facilón, pero que tiene su hondura metafórica: ella de Nueva Izquierda (en fin, todo eso…) y él de España Liberal (o sea, todo lo demás), y los flujos de atracción y rechazo que se vuelcan el uno al otro. No llega, es evidente, muy lejos en intención ni en análisis, nada que pueda sorprender en el cine, pero que, en nuestra realidad de muros y trincheras, se puede ver como una pequeña y graciosa parábola. Para… ¿qué?. Para nada.