Crítica de 'La isla roja' (**): Memoria y aromas de colonia francesa en Madagascar
Es una película en la que predomina el buen gusto y el encanto visual, y que recoge con mirada infantil e ingenuidad la agradable deformación que la memoria puede procurarle a los finales
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El director francés Robin Campillo fusiona dos espacios lejanísimos para contar una historia que le pertenece, el espacio físico de Madagascar a comienzos de los setenta, cuando el ejército francés desalojaba la isla que fue su colonia, y el espacio de la evocación, con ... la mirada de un niño (él) a su familia y su entorno. Esa recolección de momentos, impresiones y tejido reconstruido por la memoria es el argumento de la película que está, naturalmente, tiznada de nostalgia y de sensación de paraíso perdido, de colonia derramada en su doble sentido.
El director no pierde nunca el punto de vista esencial de su relato, la mirada infantil, esa que se lanza desde la habitación de al lado de los adultos, desde debajo de la mesa, desde la fantasía, el cuento y el juego, y también desde una realidad a medio entender en la que sus padres, él es militar en una base aérea y ella un ángel protector, le sugieren a la pantalla las felicidades y problemas del mundo adulto, una realidad sin cristalizar, sin profundizar, de los conflictos, el crepúsculo, la diversión y pesadumbres. Son personajes que interpretan Quim Gutiérrez y Nadia Tereszkiewicz y que están trabajados con esos coloridos de nostalgia entre nubes con las que Campillo quiere honrarlos, recordarlos, retratarlos y ponerlos en ese marco que solo un director de cine tiene el privilegio de colgar.
Todos esos asuntos 'importantes' del lugar, época y hechos quedan en la parte de atrás de ese marco, y el guion, la fotografía, la ambien
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tación y las interpretaciones adultas los dejan entrever pero sin apenas entrometerse en lo esencial: ese territorio fascinante y cromático de la evocación de la infancia. Es una película en la que predomina el buen gusto y el encanto visual, y que recoge con mirada infantil e ingenuidad la agradable deformación que la memoria puede procurarle a los finales, sean de un tipo de sociedad o de la propia infancia.
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