Crítica de 'Los destellos' (****): El mejor cine posible sobre la mejor humanidad
El ojo y la sensibilidad en el trabajo de dirección acercan a Pilar Palomero a esos lugares de precisión y prestigio del lenguaje cinematográfico que ya rara vez se ven
Pilar Palomero: «En el cine tenemos que cultivar la humildad porque no sabemos cuándo una película va a funcionar»
Patricia López Arnaiz
Hace unos días el Festival de San Sebastián consideraba la interpretación de Patricia López Arnaiz como la mejor de cuantas hubo en su programa oficial, un premio muy justo, por merecido pero también por estrecho, ceñido, pues tiene esta película otras interpretaciones extraordinarias y, sobre ... todo, un ojo y una sensibilidad en el trabajo de dirección, en su modo de capturar emociones complejas dentro de la sencillez de la historia, que acercan a su directora, Pilar Palomero, a esos lugares de precisión y prestigio del lenguaje cinematográfico que ya rara vez se ven.
No es 'Los destellos' una película extrovertida, dicharachera ni de comida rápida, sino un mapa de sentimientos entre unos personajes cualquiera, como tantos, y que responden a sus conflictos de una forma natural, humana, con la cabeza en conexión con el corazón. Ya la mera elección de gente buena, o 'normal', para contar una historia es algo que empieza a ser insólito, como la sencillez, la franqueza, la confianza o la conciencia, que son señas demodé en la realidad y la ficción que nos rodea.
Cuenta una historia que nadie calificaría de extraordinaria, sino más bien de corriente: una mujer acude, con ciertos reparos y empujada por su hija, al cuidado de su exmarido, un hombre enfermo y que espera a la muerte. Un buen hombre, una buena hija que vive en otra ciudad y una buena mujer que tiene ya otra vida junto a su nueva pareja, también un buen hombre. En fin, una historia que no encontraría hueco en ningún periódico ni telediario, y que la excepcional caricia del buen cine convierte en excepcional por la cantidad de emoción que atrapa y contagia.
Pilar Palomero indaga con su cámara, su luz y el calculado orden interior de su planificación, los cambios íntimos de sus personajes, los destellos que aprecian en sí mismos y hacia el otro: los de la mujer ante el naufragio del exmarido, los de la hija hacia el suave entibiar de la frialdad de su madre, los de ese hombre moribundo sin fortuna y tal vez sin talento, los de ese segundo término que ocupa el otro hombre que lo ha sustituido en el amor de su exmujer… Indaga y, con sutileza, con cine, los describe, los explica sin palabrería, con mirada e interpretación y, claro, con la fortuna de haber dado con los actores precisos para entender lo que significa un gesto, un acto, un silencio, una vacilación.
Patricia López Arnaiz recoge todo el significado de su personaje y sus destellos; Antonio de la Torre, inmenso en darle a la cámara lo que no está escrito en un guion (¡los momentos con los amigos!); Marina Guerola resuelve varias escenas, como la del baile con su padre ('A tu vera') de un modo tan conmovedor de amor y ojos como no se recordaba desde 'El sur'; y el hallazgo de Julián López, siempre tan cómico y que en esta historia consigue una asombrosa naturalidad y algunos destellos y matices increíbles (la vuelta de espaldas en la cama de su personaje, una pequeña queja a su papel secundario y un bonito gesto de guion o dirección que sólo se queda en gesto).
En fin, 'Los destellos' no es más que una película de altísimo contenido cinematográfico y humano.