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ABC Cultural

Crítica de 'Las delicias del jardín' (****): Un Colomo lúcido, ácido, íntimo y muy divertido

El director le da una vuelta al cuadro para hablar de sí mismo (de lo cercano a él), del mundo que nos rodea y de las tres o cuatro pasiones que lo mueven

Oti Rodríguez Marchante

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Cualquiera que haya tenido ocasión de pararse un rato largo delante de 'El jardín de las delicias', el tríptico de El Bosco, se habrá dado cuenta, si no de otras cosas, sí al menos de su enorme complejidad, su fantástica inventiva visual, su ambición descriptiva ... y su poder de sugerencia y simbolismo, su parte de paraíso, de placeres terrenales y de infierno, su narrativa de mundos, demonios y carnes… Fernando Colomo, que no es El Bosco pero tiene una gran lucidez de trazo y un sentido del humor y de la ironía que lo han convertido en el inventor y explorador de un tipo de comedia cinematográfica, le da una vuelta al cuadro para hablar de sí mismo (de lo cercano a él), del mundo que nos rodea y de las tres o cuatro pasiones que lo mueven, con una enorme gracia, casi de Rubens, y con una sencillez que envuelve complejidad, intimidad abierta en tríptico (el arte, el amor, el dinero) y ese licor narrativo tan agradable, agridulce e inteligente que recuerda al mejor Woody Allen, o sea, a cualquier Woody Allen.

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