Crítica de 'Capitán América: Brave New World' (***): Líos marvelianos en la Casa Blanca
Se aprecia el esfuerzo por humanizar al Capitán con el actor Anthony Mackie, un tío normal sin el escudo y el aparejo, como (casi) cualquiera
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La película comienza con un discurso del recién electo presidente de los Estados Unidos que pone las orejas alerta como las de un Border Collie. Un presidente, Thaddeus 'Thunderbolt' Ross (padre de Betty, la novia de Hulk), que, dadas las circunstancias actuales de la Casa ... Blanca, sus promesas de cambio, de mejora, de hacerse perdonar algún dislate del pasado le otorgan otra lectura que esas ya rutinarias de las nuevas líneas del universo Marvel, y que sea Harrison Ford quien lo interpreta, ya un veterano en la presidencia, tiene también su interés añadido.
Hay política internacional, conflictos globales, manipulación general de la cabeza del personal (¿alusión a Soros, el 'wokismo', Musk, el viejo Disney…?) y la idea de que el presidente 'americano' es la piedra angular que puede parar los conflictos y mantener el mundo unido contra las amenazas que lo acechan. Un Capitán América de raza negra; su compañero Halcón, mexicano; una Viuda Negra israelí…, y, en fin, motivos para lucubrar mientras que uno intenta seguir (con poco éxito) una aventura llena de giros, alusiones, apariciones y guiños a todo ese entramado del MCU, sus multiversos y su elasticidad temporal, destinado preferentemente a los que han hecho un máster en el asunto.
Pero, hay una secuencia magnífica, inesperada, inexplicable que lo saca a uno de sus cavilaciones y lo mete en el tebeo; un momento grande en el que Hulk (o el nuevo Hulk) entra en escena y comienza una batalla tremenda contra el Capitán América, pobre, y resulta más destructiva que tres gatos en una mercería. Muy espectacular y más aún por los evidentes rasgos abotargados y colorados del humano que hay en el interior de Hulk.
Hay sentido del humor, no tanto en el nuevo Capitán, igual de serio que el viejo Steve Rogers, como en el personaje de Falcon, que interpreta Danny Ramírez como queriéndose apropiar ya del futuro de la saga. Y se aprecia el esfuerzo por humanizar al Capitán con el actor Anthony Mackie, un tío normal sin el escudo y el aparejo, como (casi) cualquiera. Y lo que es más importante: no se pone pesada, como la realidad, y en dos horas y unos chichones arregla el mundo.
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