Crítica de 'Bad Boys: Ride or Die' (**): Viejos y conocidos, pero en buena forma
Los directores, Adil El Arbi y Bilall Fallah hacen bien su trabajo, que consiste en vestir un guion utilitario de muchas escenas trepidantes y espectaculares
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En la película anterior de la serie, la tercera, los dos policías 'malotes', Will Smith y Martin Lawrence, se planteaban continuamente el asunto de la jubilación, pero han hecho una cuarta y ya eso de jubilarse ni lo mencionan. Bueno, la verdad es que ... no tienen tiempo para ello: empieza la película tranquilita, con una boda y un ataque al corazón y, a partir de ahí, la pareja protagonista no tiene tiempo de pararse a calcular si ya es hora de irse a cobrar la pensión. Ni los protagonistas, ni tampoco los guionistas y mucho menos aún los directores: esta cuarta entrega, como las anteriores, se embala cuesta abajo hasta que se da de bruces con el 'the end'.
Y no hay mucha más cosa que decir sobre ella, es una película de acción, en tono simpático, con los caracteres de los personajes ya solidificados desde hace casi treinta años que empezaron sus aventuras, aunque en esta ocasión a Martin Lawrence, el gracioso de la pareja, le invade una especie de espiritualidad, o contacto con el más allá, que, si se le pilla, puede aportar a la historia algo de comicidad. Quizá la tenga también el hecho de que a Will Smith, el de la bofetada, le dan varios sopapos de buen calibre y los aguanta a pie firme.
Los directores, Adil El Arbi y Bilall Fallah, que ya lo fueron de la anterior (las dos primeras las firmó Michael Bay), hacen bien su trabajo, que consiste en vestir un guion utilitario de muchas escenas trepidantes y espectaculares, a ritmo de timbales y con uno de esos montajes que piden biodramina. Tiene su cosita sentimental, con un Will Smith más volcado con su hijo (papel que interpreta en la anterior entrega y en ésta Jacob Scipio, el más duro de la función), y también romántica. Pero que nadie se engañe, hay que disfrutarla con lo que ofrece de artificio y convencionalidad, porque tampoco en esta entrega se cita a Esquilo.