Crítica de 'Esa cosa con alas' (**): Duelo terrorífico entre la desdicha y la imaginación

«'Esa cosa con alas' tiene el estímulo de apartarse de los clichés ya tan manidos y ocupar esos espacios habituales para el miedo con sentimientos algo más profundos»

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Benedict Cumberbatch en 'Esa cosa con alas'

Primer largometraje de ficción de Dylan Southern, para el que cuenta con un tristísimo drama familiar y con un actor, Benedict Cumberbatch, dispuesto a mantenerse desmoronado y lloroso durante toda la historia. El argumento no se deja ni un resquicio sin amargura y narra ... la sufrida existencia de un hombre cuando muere su esposa y se queda inconsolable con sus dos pequeños hijos, por resumir, dos trastos. El dolor se diluye y se amplifica con la tinta del personaje, dibujante de cómic y con una fantasía enfermiza que combina el enorme drama con ficciones oscuras y diabólicas, lo que da la película una atmósfera también cercana al cine de terror.

En ese sentido, y para los no muy amantes de ese género de terror, 'Esa cosa con alas' tiene el estímulo de apartarse de los clichés ya tan manidos y ocupar esos espacios habituales para el miedo con sentimientos algo más profundos y conmovedores: no se puede uno liberar de la triste sensación de pérdida y asfixia emocional del personaje que interpreta Cumberbacht, tan viudo, tan padre, tan hundido y tan impregnado de sus fantasías artísticas y maléficas que lo sumergen en una depresión cercana a la locura.

La alegría y vitalidad de los niños y la comprensión de su entorno social y laboral (incluso la comprensión del demoníaco cuervo también protagonista del relato) le permiten algo de relajación a la trama, aunque no puede evitar el director y guionista que se arremoline un exceso de simbolismo, de terreno metafórico algo excesivo y exigente para las cabezas más concretas. Al final y sobre todo, queda lo más visible y que también es incorpóreo: la tristeza y el dolor.

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Sobre el autor Oti Rodríguez Marchante

Crítico de cine en ABC

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