Crítica de 'Cuando acecha la maldad' (**): Mucho terror, mucha fealdad y no tanta sustancia
«Su enorme valor (el de la película) está medido por la cantidad de tensión y malestar que produce, y 'Cuando acecha la maldad' está atiborrada de escenas que, al menos uno, prefiere no ver»
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Es la película ganadora del último Festival de Sitges, lo que ya indica que su nivel dentro del cine de terror es alto y que contiene en su interior una historia pensada y presentada para que el espectador lo pase francamente mal, es decir, muy bien, pues el canon en este género es, como en la mala política, 'cuanto peor, mejor'. El director, el argentino Demián Rugna, es muy admirado entre los seguidores de este género y, desde luego, con esta película extraña, diabólica y con momentos de auténtico reto visual, su cotización habrá subido bien alto.
El argumento ocurre en un pueblo remoto del campo argentino, donde ocurren extrañas 'posesiones' y un comportamiento brutal e incomprensible en algunos de sus habitantes, a los que llaman 'embichados'. El interés, la curiosidad, la incomprensión están ahí desde el mismo arranque, y su desarrollo es en escalada hacia arriba, con mucho recurso sangriento, brutal y con esa habitual duda en el profano en los encantos del cine de terror sobre si todo eso te produce miedo o asco.
Desde la perspectiva del no amante del terror, la obra de Rugna, que impresiona de verdad, tiene las mismas carencias argumentales, narrativas, de construcción de personajes que prácticamente todo el género, salvo excepción. Naturalmente, no hay la menor verosimilitud (no, con el mundo real, sino incluso en el interior de la trama), los personajes no proyectan la menor simpatía y su comportamiento es por completo incompatible con la lógica, la sensatez o el mero afán de supervivencia. Los actores chillan en exceso y apenas conmueve lo que dicen. Su enorme valor (el de la película) está medido por la cantidad de tensión y malestar que produce, y 'Cuando acecha la maldad' está atiborrada de escenas que, al menos uno, prefiere no ver. Incluso se diría que Rugna las busca y las 'embellece de horror', pero la sensación es que no manchan más que la mirada, no provocan emoción ni querencia alguna.
Pero, desde la perspectiva del amante del cine de terror, ahí tienen un torrente de imágenes y momentos tremendos para disfrutar.
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