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The Vessel (**): Esperando un milagro

sta parábola beata no evoca la inefable espiritualidad panteista de Malick, emersoniana, sino las recreaciones que solía presentar Hollywood de «una profunda fe primitiva»

ANTONIO WEINRICHTER

Esta producción de Puerto Rico que arriba a nuestras pantallas tiene un titular destacable: cuenta con Terrence Malick como productor ejecutivo. Hay quien se ha apresurado a buscarle filiaciones con tan ilustre padrino, pero no: esta parábola beata no evoca su inefable espiritualidad panteista, emersoniana, sino las recreaciones que solía presentar Hollywood de «una profunda fe primitiva» encarnada en campesinos mexicanos, por ejemplo, y el hecho de que esto provenga de una cultura latina como la portorriqueña (aunque sea un estado asociado) es lo preocupante.

Martin Sheen es un convincente cura de pueblo que lucha por animar unos parroquianos abatidos por una tragedia, una ola que se llevó a los 46 niños del lugar.

El resto del reparto parece actuar en una película, o longitud de onda, muy distinta. Lo que unido a los aspavientos de una cámara que debe querer imitar la trascendente steadicam del último Malick hace que se haga difícil esperar el milagro a que alude nuestro título, parafraseando a Leonard Cohen, y que no es el que desean los habitantes del pueblo sino el de que algo nos haga recuperar la fe en este relato, aunque fuera un poco de realismo mágico de la vieja escuela.

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