Crítica de 'Modelo 77': El estado de las cárceles en un Estado en Transición
El conjunto es verosímil, entretenido y desde luego ofrece una idea bien coloreada de dónde venimos y, hay que temerse, de a dónde vamos como sociedad
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Iniciar sesiónLa película de Alberto Rodríguez inauguró hace unos días el Festival de San Sebastián y en estas páginas se publicó una crónica titulada ‘Modelo 77 o la Transición vista desde el interior de una cárcel' en la que se daban algunas pistas ... argumentales, de su tratamiento ideológico y político, además de otros detalles sobre sus personajes y actores; también, de la intención de construir cierta intriga con la introducción de un plan de fuga de presos, tan esencial en cualquier película carcelaria. Los sucesos que cuenta el director hacen referencia a hechos reales ocurridos en el año del título y a la espera de una amnistía general.
La acción transcurre casi totalmente en el interior de la cárcel Modelo de Barcelona , a donde llega el protagonista (Miguel Herrán), un joven acusado de desfalco y pendiente de un juicio que no llega. Y el desarrollo de la historia consiste en la progresiva transformación de ese personaje al contacto con los diversos tipos de presos y su relación con ellos, sean supervivientes, comunes o políticos. La primera parte de la película adquiere un color más ligero con la presencia del personaje que interpreta el actor Jesús Carroza y en la segunda toma ese relevo de personaje de compañía Javier Gutiérrez, que igual que Carroza le cambia el tono a la historia hacia, digamos, cuestiones de principios y apuntes humanos y filosóficos.
Como ya se dijo ‘Modelo 77’ tiene vocación de documento, de daguerrotipo de una época y unas circunstancias y hace de la cárcel, lo interior, una alegoría de lo de fuera, una sociedad que empezaba a paladear síntomas de libertad. En ese retrato de interior, Alberto Rodríguez sugiere unos pulsos de poder, un uso de la violencia (entre presos y muy extrema de los funcionarios) y un corrimiento de fidelidades y dignidades que parecen más propias de lo tópico que de lo real, pero que funcionan en la película como motor de la historia y de la intriga y acelerador de lo social y político.
Se puede subrayar el equilibrio entre los dos pesos de ‘Modelo 77’ , una primera parte más descriptiva y con un buen retrato de personajes y ambientes, y una segunda más empapada de acción, suspense y tensiones ‘peliculeras’, pero el conjunto es verosímil, entretenido y desde luego ofrece una idea bien coloreada de dónde venimos y, hay que temerse, de a dónde vamos como sociedad que reniega de lo que funciona e inventa lo ya inventado.
Crítica de 'Modelo 77': El estado de las cárceles en un Estado en Transición
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