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Crítica de 'Memoria': Puro, escarpado y finalmente poético Apichatpong

Es una película muy recomendable para alguien que sepa a lo que se enfrenta y que se sienta capaz de sufrirla y gozarla, y fastidiosa y despreciable para los que no disfrutan escalando muros sin agarraderas

Tilda Swinton en 'Memoria'
Oti Rodríguez Marchante

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Afortunadamente para el espectador cinéfilo y animoso, el cine del director tailandés Apichatpong Weerasethakul llega con largos intervalos de tiempo, de tal modo que tres o cuatro películas en dos décadas se pueden aguantar, incluso es obligado aguantarlas. Y es ese espectador el que no debe perderse 'Memoria', obra agotadora, que exprime hasta la última gota de una oceánica paciencia, que transcurre demasiado tiempo de un modo anodino, sin dejar el menor rastro de sustancia, pero que se dirige (mucho tiempo después) a un largo tramo final en el que se ve y se siente el desahogo, la espiritualidad, el sentido poético, la majestuosidad de un simbolismo espaciotemporal, atávico, casi ininteligible, pero enormemente hermoso y poderoso, de tal modo que termina la película y se sale de ella como de una sesión de hipnosis, de espiritismo, de meditación.

Pero, volvamos a las cartas que maneja Apichatpong , una baraja entera antes de mostrar su juego. La línea argumental es eso, una línea: una mujer (Tilda Swinton) se obsesiona con un sonido extraño, seco, hueco, redondo. Lo busca. Y lo encuentra. Hay mucho material filmado por el director antes de llegar a su destino, y filmado a su modo, largos, larguísimos planos sin evidente causa efecto, trasiego por la ciudad de Medellín, entrada y salida de personajes tampoco sin esa causa efecto visible…

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Es casi imposible atraer el interés del espectador salvo por esa esquiva promesa de saber qué es ese ruido (no gran cosa, ya ven). Sale la película de la ciudad y se interna en el campo, en la selva, y aparece un hombre extraño, ininteligible también, y sabemos entonces en qué consiste el papel de Swinton, el papel del sonido, el papel del tiempo, del mundo y su más allá, del sueño y de su eco. Tampoco este tramo ‘reparador’ es fácil, pues consiste en eternos planos secuenciales, pero que ya ofrecen una intriga que mascar, que interpretar, y con esas briznas de elementos mágicos, irreales, tan propios del sello Weerasethakul.

Y llegados a este punto solo se puede insistir en que ‘Memoria’ es una película muy recomendable para alguien que sepa a lo que se enfrenta y que se sienta capaz de sufrirla y gozarla, y que es una película fastidiosa e incluso despreciable para aquellos que no disfrutan escalando muros sin agarraderas.

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