Crítica de 'Crónica de una tormenta': Niveles algo más bajos de testosterona

«Es imposible no ver el enorme hueco que deja la garra, la inteligencia, la doblez, la fragilidad, la fuerza bruta y la precisión de emociones que produce, como si fuera testosterona, la glándula actoral de Solá»

Imagen de 'Crónica de una tormenta'

Se trata de la adaptación de una pieza teatral de Sabina Berman titulada 'Testosterona' , en alusión directa a la hormona natural que produce el ser humano, aunque en una proporción veinte veces mayor el hombre que la mujer. El guion y la dirección ... de la película están firmados por la argentina Mariana Barassi, que ha introducido pocos cambios en lo textual y en lo dramatúrgico y le ha quitado la hormona al título original, 'Crónica de una tormenta'… Hay un detalle, en cambio, que sí echará en falta quien viera la obra y vea la película: no está en ella Miguel Ángel Solá , ese gran actor que muerde y paladea a un tiempo el texto, que se abre paso a golpes y caricias por la complejidad de un personaje, que, como este director de un periódico, ha de oler a incienso y a azufre. Su papel lo interpreta Ernesto Alterio , también gran actor, especialmente de comedia, y que trata de ajustarse a esos diversos trances y matices dramáticos a que le obliga el guion, pero es imposible no ver el enorme hueco que deja la garra, la inteligencia, la doblez, la fragilidad, la fuerza bruta y la precisión de emociones que produce, como si fuera testosterona, la glándula actoral de Solá.

Un escenario único, o casi, el despacho del director del periódico, y dos personajes protagonistas, aunque la película incluye un tercero y esencial, el competidor por el “poder”, que interpreta Quique Fernández, con potencia y con físico para hacer su estomagante papel. El director del periódico ha de elegir a su sustituto entre ella, la subdirectora y alumna aventajada, y el estomagante e intrigante subdirector. La trama, la lucha por el poder, adquiere cuerpo femenino y dramático por la presencia de Clara Lago (en la obra, la interpretaba Paula Cancio), que entiende y cobija todos esos aspectos larvados de su personaje, empleada, profesional que espera y ambiciona, mujer que esconde y revela sus sentimientos y que suple su tasada testosterona con esa imposible mezcla de astucia y honradez entre comillas.

Puede decirse que es una película interesante, que se desliza por algunas cuestiones esenciales en lo ético, lo periodístico y lo sentimental, que está bien trabajada técnica y artísticamente, pero le falta el músculo trágico, el zarpazo hirviente, que la pantalla tiemble, que humee, que huela a azufre.

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