Hace treinta años, Oliver Stone hizo una de sus mejores películas de ficción, ‘ J.F.K.: caso abierto ’, donde recreaba la reapertura del caso sobre el asesinato de Kennedy y exponía todas sus teorías sobre el magnicidio. Y ahora exprime sus ... cualidades como documentalista con los archivos ya desclasificados y relacionados con el magnicidio, y en cierto modo viene a reiterar con un torrencial y reiterativo material desarchivado lo que ya apuntaba en su película, desde ‘la bala mágica’ a la idea de complot.
Está construido con escasa voluntad cinematográfica y con enorme ansia de denuncia , basado en la recopilación de datos del libro de James DiEugenio y con su punto de mira en la ocultación que han impuesto la política oficial, ‘el sistema’, la CIA y hasta los medios de comunicación. Ese es su disparo y ni siquiera pretende hacerlo digestivo, apasionante e impermeable a lo conspiranoico: el repaso a los documentos, la multitud de materiales, firmas, testimonios y personajes inmiscuidos en la trama es tan abundante y profuso, tan evidentes sus ‘intereses’ ideológicos al conducir su investigación, que la película se empeña más en tener razón que en arrojar luz, tal y como le ha ocurrido en otros documentales suyos sobre Fidel Castro, Chávez (‘¡Mi amigo Hugo!’) o su serie de entrevistas a Putin.
Desde luego, este ‘caso revisado’ introduce su dedo en los muchos agujeros negros sobre el asesinato de Kennedy, establece una duda razonable sobre la presencia de Lee Harvey Oswald en el lugar de los disparos, subraya el trapicheo de pruebas, balas y autopsias, arriesga algunos motivos sobre por qué ‘se lo cargaron’ y deja la impresión de que se ha guardado muchísimo material para una próxima entrega.
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