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ABC Cultural

Las hijas de Abril (***): Perfidia de amor

Michel Franco encuentra en la entrega de Emma Suárez el mayor cómplice para narrar esta historia sórdida de maternidades obsesivas

Emma Suárez, en «Las hijas de Abril» ABC
Oti Rodríguez Marchante

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Abril no es aquí un mes, sino un personaje, el que llena de manera sorprendente Emma Suárez con una interpretación tan desenfocada en sus perfiles psicológicos, tan humeante y serena como una pistola recién disparada y tan finamente ocultada y mostrada por la calidez y ... belleza que manifiesta su rostro, su voz, su mecánica corporal, que se asiste al relato de los hechos con una incomodidad extrema. El director, el mexicano, Michel Franco, encuentra en la entrega de Emma Suárez el mayor cómplice para narrar esta historia sórdida de maternidades obsesivas, o de obsesiones maternales, de impulsos inexplicables y de manipulaciones sin la sutileza del sentido, la reflexión o la maldad. La película se mueve como el agua en el mar en una especie de oleaje cambiante entre el melodrama y la intriga intragable, y cada guiño del desarrollo es un pulso entre lo inaceptable, lo inverosímil y una verosimilitud máxima creada por la frescura y realismo de cámara, lugar e interpretación. Y resulta curioso ese efecto cruce entre realismo y surrealismo. A pesar de su contenido tan emocional y moralmente reprochable, ni Franco ni su película explican o condicionan la mirada (atónita) del espectador. Y cualquier agujero de la trama, se encuentra a una gran Emma Suárez para taponarlo, para inundarlo.

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