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ABC Cultural

Crítica de Una vida a lo grande: Cariño, el tamaño sí importa

Esta utopía de ciencia ficción, sin cachivaches, permite al director de «Entre copas» destilar socarronería y mala leche

Escena de una vida a lo grande, donde una de las «encogidas» cuenta las ventajas del proceso
Federico Marín Bellón

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De Alexander Payne es difícil no hablar con admiración. En «Una vida a lo grande» hace un desconcertante cambio de ritmo, que se apreciaría en todo su esplendor si el público llegara virgen a la butaca. Por supuesto, a estas alturas es imposible desconocer ... que la cosa va de tamaños y de un avance científico sin precedentes, pero con enormes consecuencias. El guion las desgrana con un humor exhaustivo, como rebañando cualquier atisbo de chicha. El invento permite reducir a los humanos a un punto que ni los jíbaros habrían soñado, aunque sí Jonathan Swift, como prueba su Lilliput. La nueva especie, de ingreso voluntario, es más fácil de acomodar -una mansión cabe en una caja de zapatos- y además es menos agresiva para el medio ambiente (que quizá debería pasar a llamarse gran ambiente).

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