Crítica de «La vida por delante»: Muchísima Sophia Loren
Sophia Loren regresa a la pantalla dirigida por su hijo Eduardo Ponti
La presencia de Sophia Loren le arrebata por completo al argumento de este melodrama todo lo que tiene de convencional y convierte la película en una incesante pesquisa para ir rescatando las huellas de aquella actriz inmensa y mujer rezumante. Está dirigida por su propio Hijo, Edoardo Ponti (hicieron juntos, en 2014, un mediometraje titulado “La voz humana” , sobre la obra de Cocteau, como Almodóvar y Tilda Swinton), y frente a su cámara Sophia Loren compone con enorme riqueza de matices a la anciana madame Rose, judía superviviente del holocausto, ex prostituta y alma de la caridad y refugio para niños que acoge.
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Naturalmente, Sophia Loren llena la pantalla, o al menos la pantalla que le deja el niño Momo, auténtico protagonista de la historia, huérfano, senegalés y de una viveza y listura que lleva impresas en los ojos y las trazas su joven protagonista, Ibrahima Gueye. Los dedos del relato van sin escrúpulos a tocar la fibra del espectador, y los varios conflictos que se cruzan y enredan (aunque vistos y previstos) consiguen crear fácilmente vínculos afectivos y efectivos: hay magnetismo. También hay varios momentos de curioso voltaje emocional, como el baile de Sophia Loren con Abril Zamora (transexual española que interpreta a la peculiar Lola) o algunas líneas de diálogo de sorprendente lucidez (el niño Momo y la felicidad)…, además de una rara fusión inocente y sencilla entre lo árabe y lo judío. Simone Signoret ya interpretó a este personaje de la novela de Romain Gary en 1977 y la película ganó el Oscar en lengua extranjera, pero esta Sophia Loren de 86 años se queda por ahora con él.
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La vida por delante
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