Crítica de 'Una veterinaria en la Borgoña': puesta de sol en la Francia vacía
Que todo sea tan previsible, defecto mortal en un thriller, puede llegar a ser reconfortante en este caso

Acostumbrados a la alegría animal de 'Los Durrell' y 'Todas las criaturas grandes y pequeñas', era el turno del cine para rendir homenaje al generoso oficio de veterinario, sobre todo si es rural. En los entornos bucólicos, además, las diferencias de época son menos palpables ... y los supuestos avances, más superfluos, con lo que la transición desde las citadas series resulta más natural. 'Una veterinaria en la Borgoña' tiene otra ventaja, un título en español que le sienta como un guante ('Veterinarios' a secas, en francés). De tan ceñido, no cabe ni una sorpresa en su argumento .
Que todo sea tan previsible, defecto mortal en un thriller, puede llegar a ser reconfortante en este caso, como en una puesta de sol. La cinta es más que apta para todos los públicos y nos da justo lo que promete y tantos necesitan. Para completar la dicha, el estreno proviene de la cosecha de 2019, año 1 antes del Covid. Parece que no, pero esa despreocupación se nota.
Las únicas asperezas de la historia, escrita y dirigida por Julie Manoukian en su debut como directora, se encuentran en la piel de la protagonista. Alex ( Noémie Schmidt ) es una parisina que se aprovecha en exceso de un trauma familiar y hasta de la fama de antipáticos de los capitalinos franceses. La argucia, que ayuda a subrayar su evolución, es algo tosca, pero su carácter se compensa con el de la encantadora aprendiz infantil Zelda ( Juliane Lepoureau ).
Alex es sobrina del último veterinario de un pueblo de la Borgoña que se jubila a traición y, con peores artes, cubre su ausencia con ayuda de la recién licenciada. Parece que no le importa que el sueño de la joven sea triunfar como rata de laboratorio, dicho sea sin menoscabar el noble y necesario trabajo del investigador.
El mensaje de 'Una veterinaria en la Borgoña' es cristalino, incluso para sus protagonistas, que descubren lo bonito que es vivir en el campo, pese al repelús inicial, y las ventajas de alejarse del mundanal ruido.
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