Crítica de 'Simone, la mujer del siglo': El poder de cambiar el mundo
Olivier Dahan cuenta la vida de una de las políticas más relevantes de la historia de Europa
Rebecca Marder da vida a Simone Veil en su segunda etapa
El título es equívoco y la mente puede saltar a Simone de Beauvoir o a Nina Simone , que tienen sus propias películas y documentales. Simone Veil , superviviente del Holocausto, es una de las políticas más relevantes de Francia y ... de Europa. Fue ministra de Sanidad de Giscard , impulsó la ley que despenalizó el aborto en su país, en los años setenta, y fue la primera presidenta del Parlamento Europeo. Está enterrada en el Panteón de París. La lista de logros y cargos que ocupó merece una entrada en la Wikipedia de las que no caben en uno o dos pantallazos. No es fácil resumir una vida así en una película, larga y pese a todo no del todo suficiente, sobre todo porque Olivier Dahan , ambicioso, abarca desde sus primeros años, los únicos de paz y felicidad.
Ficha completa
'Simone, la mujer del siglo'
El director de 'La vida en rosa: Edith Piaf' sabe lo que es manejar una biografía intensa. Aporta soluciones elegantes y pequeños hallazgos para las transiciones entre épocas, como puede apreciarse en los primeros minutos, cuando un tropiezo le permite avanzar en el tiempo y saltar de la infancia a la juventud. Dahan, sin embargo, hace al mismo tiempo una apuesta arriesgada por el desorden . Tiene tanto material valioso en sus manos que en lugar de 'resignarse' a rodar una serie menos atropellada, prefiere una colección de estampas, brillantes en sí mismas, pero no siempre bien estructuradas. En todo caso, con la fotografía es brillante y la dirección de arte, excelente, algo teatral en ocasiones, quizá para ahorrar en planos en los que Spielberg habría derrochado millones.
La película nos pinta al personaje por acumulación. Acabamos sabiendo muchas cosas de Simone Veil, pero no estamos preparados para el examen; tampoco era el objetivo. Quizá se le pueda achacar a Dahan falta de 'sentido periodístico' para estructurar la biografía y para seleccionar los momentos más esenciales. La suya es además una narración discursiva, que abusa de leernos textos en lugar de interpretarlos. Sin duda son profundos, pero corren el riesgo de hundir al espectador en la modorra.
Política independiente
Simone fue una niña feliz, en el seno de una avanzada familia, judía y laica, con una madre que fue un ejemplo de bondad. Luego fue una joven desgraciada, que perdió a casi todos los suyos en los campos de concentración nazis. Entregada a las causas ajenas, un personaje más egoísta la acusar de exhibir una «compasión malsana». Como política, demuestra sobre todo una afición insólita a pisar las calles y a no conformarse con las aceras mejor iluminadas. Es una mujer entregada a la misión de mejorar la vida de la gente humilde y, lo que es aún más sorprendente, empeñada en cambiarla. Ningún drama le era ajeno, ni siquiera el argelino. No sentía ningún partido político como propio. Unos le parecen reaccionarios y los otros, sectarios.
En las idas y venidas a lo largo del tiempo que nos muestra la película, comprobamos también que después de los primeros años felices, nunca lo tuvo fácil. Su marido, Antoine Veil , tardó demasiado en comprender que el importante de la familia no era él. En su carrera académica, llega a escuchar que las mujeres deben conformarse con ser secretarias y mecanógrafas. En los foros políticos, tiene que escuchar frases como «Los judíos al crematorio». No se arruga ante las amenazas. «Sobreviví a unos mucho peores. Son unos SS enanos», responde a los del Frente Nacional. «Haber hecho Europa me reconcilió con el siglo XX» , confiesa Simone Veil, no solo testigo de una era fabulosa y terrible.
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