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Crítica de 'Sevillanas de Brooklyn': picaresca bilingüe

Vicente Villanueva dirige esta comedia de enredos en la que brilla el reparto, con Estefanía de los Santos, Carolina Yuste y Manolo Solo a la cabeza

Estefanía de los Santos y Carolina Yuste en 'Sevillanas en 'Brooklyn' Filmax
Federico Marín Bellón

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Caben tantas virtudes en esta comedia que se le perdonan los lunares. A Vicente Villanueva merece la pena seguirle la pista desde que hacía cortos, en la primera década del siglo. En sus largos mantiene una trayectoria ascendente, sin perder la gracia, y sabe cómo llevar público a las salas, una cualidad que hoy tiene un valor incalculable. Después de dirigir 'Toc toc' y la serie 'Señoras del (h)AMPA' , podría ser uno de los revulsivos de la taquilla con estas 'Sevillanas de Brooklyn'.

La película es un juego de enredos cruzados en la que confluyen situaciones divertidas (esta vez el mérito es de Juan Apolo y Nacho de la Casa ), grandes aciertos de reparto y un buen rollo casi sanador. El diablo del humor está en los detalles, más allá del trazo grueso de la historia. A saber, una mujer humilde engaña a una agencia de acogida de estudiantes y finge un estatus que no tiene para sacarse un dinerillo. Al choque de culturas se une el de clases y a la confusión social se añade un inesperado, o casi, condimento romántico.

Todo el esfuerzo sería baldío si no fuera por la presencia de un buen reparto, en el que sobresalen tres nombres, si se permite señalar un poco. Manolo Solo imparte una nueva lección de versatilidad con los diálogos justos, Estefanía de los Santos está en su salsa como motor de la acción y de su familia, y Carolina Yuste confirma lo que ya es un secreto a voces. No se descubre nada nuevo, porque la extremeña ya ganó un Goya por 'Carmen y Lola' , pero en cada nueva actuación corrobora la impresión de que estamos ante una actriz todoterreno para las próximas décadas. Hay más nombres reseñables, pero entre los tres serían capaces de sostener casi cualquier escena.

Leído todo lo anterior de carrerilla, puede parecer que estamos ante una obra maestra de la comedia. Tampoco es el caso, ni probablemente se pretenda. El pavimento tiene pequeñas grietas, pero el paisaje se hace ameno y es fácil soltar un puñado de risas. Incluso la forma de jugar con los tópicos se sale de lo vulgar, lo que ya en sí es una meritoria pirueta. Si añadimos la felicidad que aporta desde la primera clase de sevillanas bilingüe hasta los créditos finales, sería tan injusto pedir más como exigir de unos padres perfectos que no tuvieran sus manías.

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Sevillanas de Brooklyn

Sevillanas de Brooklyn

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