Crítica En realidad, nunca estuviste aquí: Sin motivos personales
Lynne Ramsay sigue siendo una fina estilista, como demuestra en esta historia de un mercenario con corazón

Lynne Ramsay , que pasa por ser la mejor cineasta escocesa del momento, se prodiga poco: cuatro títulos en dos décadas. Todos sobresalientes: aunque no «entrene» mucho sigue siendo una fina estilista, como demuestra en esta historia de un mercenario con corazón. La forma en que muestra la violencia puede ser elíptica y elegante hasta lo bressoniano: comparen la secuencia de la matanza en el burdel con «L’Argent» más que con su referencia más obvia, «Taxi Driver», y verán que no exagero. La cineasta cuenta aquí con la inestimable ayuda de Joaquin Phoenix quien, con su cabezón de medallón y su actitud de titán cansado, convierte a su asesino a sueldo en una especie de lacónico icono existencialista.
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El problema es que ese personaje lo ha explotado el cine hasta la saciedad, del samurai de Alain Delon al de «Ghost Dog», pasando por Charles Bronson. El que esta figura tan masculina nos llegue ahora de la mano de una mujer puede tener su gracia, pero tampoco aporta grandes novedades más allá de esa elegancia formal. Tiene además un defecto que marida mal con su despojado estilo y su mirada «behaviorista»: nos explica la melancolía del personaje a través de fulgurantes flashbacks sobre el origen de sus traumas personales y su pulsión suicida. E irónicamente lo mejor de tan sangrienta función son las tiernas escenas domésticas con su madre.
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