Power Rangers (**): Hasta lo previsto y más allá
Buscar profundidad aquí es como buscar música en el silbato de un árbitro: cada cosa para lo que es
Aunque por espiritualidad y por nostalgia de destino la película está muy próxima al universo de Tarkovski, conviene no confundirse, una cosa es meterse a ver «Andrei Rublev» o «Sacrificio», y otra completamente distinta entrar a «Power Rangers».
Es decir, buscar profundidad aquí es como buscar música en el silbato de un árbitro : cada cosa para lo que es. Una vez dentro, «Power Rangers» responde a las expectativas de un público cercano, por edad, por referencia televisiva, por voluntad palomitera… La aventura de los cinco jóvenes elegidos por el destino para salvar al planeta de la amenaza alienígena está contada con buen rollo y sin imprevistos: la presentación de los héroes, sus dificultades personales y familiares, su adaptación al nuevo personaje, coloreado en plan fichas de parchís, el entrenamiento y el combate.
El humor, la acción, la caracterización y los diálogos tienen un deje de serie B que casi se agradece dado el nivel de sofisticación que se gasta Hollywood en sus películas de superhéroes y alienígenas, y la aparición de la villana, de nombre y facha difícilmente mejorable, Rita Repulsa, que se alimenta de oro, como Zsa Zsa Gabor, es muy sugerente siempre y cuando uno sepa que no está en una de Tarkovski.
A los movimientos de equipo y los gritos de los Power Rangers, aunque algo estrafalarios, ya está el público acostumbrado, un público juvenil, por cierto, que entenderá que la única manera de lograr la metamorfosis (esencial en el poder de los Power Rangers) es sincerarse con uno mismo y con los demás, o sea convertirse en adulto. Ja.
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