Crítica de 'El piloto': Huir del fuego para caer en las brasas
Lo que era un vuelo rutinario se tuerce y empieza una peripecia que no hay otro calificativo para ella que el de muy entretenida, llena de accidentes, villanos, armas y situaciones en las que sobrevivir construye el grueso del guion
Una película de aventuras que cumple punto por punto algunas de las expectativas habituales de este género, como la de ir muy alto (un avión) y muy rápido y fuerte con una acción, tensión y violencia imparables. Al frente de ella está el piloto del título, que naturalmente es Gerard Butler , aquí también uno de los productores, un actor muy ducho en este tipo de cine y que le ofrece a la pantalla toda su salud y entrega en personajes siempre al borde del precipicio y que resuelve con sangre, sudor y metralla. No es Spencer Tracy , claro, pero llena la pantalla de ‘espectadorina’, esa droga que muchos van a buscar cuando han pasado por taquilla.
Lo que era un vuelo rutinario se tuerce y empieza una peripecia que no hay otro calificativo para ella que el de muy entretenida, llena de accidentes, villanos, armas y situaciones en las que sobrevivir construye el grueso del guion. Hay que suponer que el director, Jean-François Richet , no pretende equilibrio, verosimilitud ni reflexiones, pero pone al servicio de su historia un buen catálogo de recursos técnicos, mucha munición y un ritmo muy apropiado para atragantarse con el bol de palomitas.
Ficha completa
El piloto
Hay variedad de personajes, pero apenas perfilados, salvo el del héroe, sudoroso Butler, y el antihéroe, que interpreta ese armario de tres cuerpos llamado Mike Colter , y cada uno de ellos dos transporta su mensaje, quizá algo rectilíneo, el de ‘el deber es lo primero’ y el de ‘hago lo que me conviene, aunque sea bueno’. No hay novedades en ese frente, pero a su público lo entretendrá.
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