Crítica de «Para toda la muerte»: Todo por una plaza de funcionario
Tiene más «golpes» que una película de Bruce Lee, aunque también anquilosamiento y reiteración
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El director y actor Alfonso Sánchez , y su «compadre»” Alberto López, miran al mundo, o lo vierten al menos en sus películas («El mundo es nuestro», «El mundo es suyo»…), entre un amasijo de comicidad, costumbrismo y espejo cóncavo, con la evidente intención ... de reírse de él y de que, quien guste, se ría también de él. El exceso, el aspaviento y el acento son algunos de los ingredientes imprescindibles que usan, además de una mirada a la sociedad que los rodea con menos prejuicios y escrúpulos que la de una hiena en la sabana. En esta película hecha sin contemplaciones, agarran el bate con fuerza y la emprenden a golpes con cualquier verdad, posverdad y falacia del fulano de hoy en día, pongamos por caso el del derecho irrenunciable a tener un trabajo seguro y para toda la vida… Su personaje principal, José Vicente (Alberto López) se saca tras años de entrega y penalidades una oposición a funcionario, lo que lo convierte en el «rico» de su familia; pero…
Del arranque brillante, que salta de Arniches a Jardiel o a López Rubio, se lanza enseguida hacia Berlanga, Valle Inclán o incluso Álex de la Iglesia, y quizá se estanca, sí, pero en un lugar en el que no dejan de ocurrir «cosas». Tiene más «golpes» que una película de Bruce Lee, aunque también anquilosamiento y reiteración, y no es difícil divertirse con el exceso de drama de esta comedia que llena de furia, reproches y gracia Estefanía de los Santos.
Crítica de «Para toda la muerte»: Todo por una plaza de funcionario
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