Crítica Paddington 2: Todos necesitamos un oso
La vuelta de este excepcional personaje tiene la virtud de insistir en todas esas cualidades «humanas» que tanto sorprendían en la película anterior
Ficha completa
Paddington 2
- :
La vuelta de este excepcional personaje, el oso Paddington, tiene la virtud de insistir en todas esas cualidades «humanas» que tanto sorprendían en la película anterior. No choca Paddington porque hable, sino porque lo hace con propiedad; ni porque mantenga una relación «normal» con la familia de la casa, el vecindario o la ciudad de Londres, sino porque lo hace con educación, generosidad y buen humor. ¿De cuántos seres humanos se pueden decir tales cosas? En esta ocasión, las aventuras de Paddington entre sus vecinos son de una pureza cósmica, tan apropiadas para ser vistas por ese universo transversal que llamamos familia, y están cargadas de entretenimiento, ritmo y una malicia naïf que puede considerarse maravillosa. Los malabares de la función no pertenecen en exclusiva al oso, pues el actor Hugh Grant se encarga con grandes dosis de ironía y autoparodia de buscarle las cosquillas al oso y al espectador. Digamos que borda su papel de villano egocéntrico y simplón. El argumento es fácil de seguir, pero divertido y enérgico, y técnicamente Paul King, el director de las dos películas, logra una mayor precisión en los detalles y más encanto y sentimiento. Es el triunfo de la ingenuidad, la honestidad y la bonhomía.
Noticias relacionadas
- Crítica El fiel: Las cosas del querer
- Crítica La higuera de los bastardos: La memoria y el regadío
- Crítica Asesinato en el Orient Express: A Hercules Poirot le faltan kilos
- Crítica En realidad, nunca estuviste aquí: Sin motivos personales
- Crítica Tierra de Dios: «Brokeback» británico
- Crítica Tierra Firme: Hermoso tramo de vida
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete