Crítica de «La novia del desierto»: El viaje a alguna parte

Es la primera película de sus directoras, Cecilia Atán y Valeria Pivato, y trata de enfocar el trayecto que va desde el vacío vital del personaje a su cambio propiciado por una jugarreta del azar y el conocimiento de un personaje, un vendedor ambulante que se lleva por equivocación su equipaje, una bolsa sin más en la que guarda todas sus propiedades. Pero el enfoque de las directoras es de una sencillez y una concisión que le exigen al espectador un grado de atención y sensibilidad máximas: el caminar de la trama (y de los personajes) es realmente escueta, sin «brillo» y sin otras cargas de electricidad que las que procuran la interpretación de ellos, la de Paulina García, extremadamente sutil, delicada y a la vez sentimentalmente porosa, y la de él, Claudio Rissi, formidable, llena de colorido y de pegadiza física, además de enormemente tierna y crujiente. La comprensión íntima de ese camino y sus caminantes permite descubrir ese grano de épica en esas vidas (ese granero) tan alejadas de ella.